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LETRAS DURANGUEÑAS

Bellísima

Bellísima

Bellísima

EL SIGLO DE DURANGO

Y si uno de esos ángeles me estrechara de pronto sobre su corazón, yo

Sucumbiría ahogado por su existencia más

Poderosa.

Rilke, de nuevo

Óigame usted, bellísima,

No soporto su amor.

Míreme, observe de qué modo

Su amor daña y destruye.

Si fuera usted un poco

Menos bella,

Si tuviera un defecto en

Algún sitio,

Un dedo mutilado y

Evidente,

Alguna cosa ríspida en la voz,

Una pequeña cicatriz

Junto a esos labios

De fruta en movimiento,

Una peca en el alma,

Una mala pincelada

Imperceptible

En la sonrisa...

Yo podría tolerarla.

Pero su cruel belleza es implacable,

Bellísima;

No hay una fronda de

Reposo

Para su hiriente luz

De estrella en permanente fuga

Y desespera comprender

Que aun la mutilación la haría más bella,

Como a ciertas estatuas.

La regla es ésta:

Dar lo absolutamente

Imprescindible,

Obtener lo más,

Nunca bajar la guardia,

Meter el jab a tiempo,

No ceder,

Y no pelear en corto,

No entregarse en ninguna circunstancia

Ni cambiar golpes con la ceja herida;

Jamás decir "te amo", en serio,

Al contrincante.

Es el mejor camino

Para ser eternamente

Desgraciado

Y triunfador

Sin riesgos aparentes.

Y el miedo es una cosa grande como el odio.

El miedo hace existir a la tarántula,

La vuelve cosa digna de respeto,

La embellece en su

Desgracia,

Rasura sus horrores.

Qué sería de la tarántula, pobre,

Flor zoológica y triste,

Si no pudiera ser ese

Tremendo

Surtidor de miedo,

Ese puño cortado

De un simio negro que

Enloquece de amor.

La tarántula, oh Bécquer,

Que vive enamorada

De una tensa magnolia.

Dicen que mata a veces,

Que descarga sus iras en conejos dormidos.

Es cierto.

Pero muerde y descarga sus tinturas internas

Contra otro,

Porque no alcanza a

Morder sus propios

Miembros,

Y le parece que el cuerpo del que pasa,

El que amaría si lo

Supiera,

Es el suyo.

 HAY UN TIGRE EN LA CASA

Hay un tigre en la casa

Que desgarra por dentro al que lo mira.

Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,

Y sólo puede herir por

Dentro,

Y es enorme:

Más largo y más pesado

Que otros gatos gordos

Y carniceros pestíferos

De su especie,

Y pierde la cabeza con

Facilidad,

Huele la sangre aun a

Través del vidrio,

Percibe el miedo desde la cocina

Y a pesar de las puertas más robustas.

Suele crecer de noche:

Coloca su cabeza de

Tiranosaurio

En una cama

Y el hocico le cuelga

Más allá de las colchas.

Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,

De muro a muro,

Y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,

Como a través de un túnel

De lodo y miel.

No miro nunca la colmena solar,

Los renegridos panales del crimen

De sus ojos,

Los crisoles de saliva

Emponzoñada

De sus fauces.

 EDUARDO LIZALDE

 IN MEMORIAM

Escrito en: letras durangueñas Durango escritos miedo, cosa, esos, tarántula,

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