
Borracho se mete a un maratón y gana el primer lugar: ‘Voy a correr para quitarme la resaca’
El pasado 27 de julio, en Garrafão do Norte, un municipio del estado brasileño de Pará, un corredor improvisado se robó la atención de propios y extraños; Isaque, un hombre que acababa de salir de un bar, se unió espontáneamente a una carrera de 8 kilómetros organizada por la comunidad, sin inscripción ni equipo deportivo, sin preparación física, vistiendo sandalias, short y camiseta, en completo estado de ebriedad. Aun en este escenario, corrió.
La escena fue tan insólita como auténtica y, mientras los demás competidores avanzaban con técnica y disciplina, Isaque corría con desparpajo, sin ritmo definido, pero con una convicción que desafiaba cualquier lógica. No ganó oficialmente, aunque cruzó la meta del 8km; recibió una medalla de participación y sin saberlo se convirtió en protagonista de una historia que daría la vuelta al mundo en cuestión de días.
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Un momento que cambió totalmente su vida
El video de su participación se viralizó a través de redes sociales y, lo que parecía una anécdota cómica se transformó en símbolo de espontaneidad, a lo que diversos usuarios a lo largo de internet lo bautizaron como 'el corredor de la resaca', de igual manera que diversos medios locales comenzaron a seguir su historia. En un país donde el atletismo suele estar reservado para élites o federaciones, Isaque irrumpió como figura popular sin filtros ni pretensiones: "Vi esa multitud y pense; 'Voy a correr para quitarme la resaca'", confesó inocentemente Isaque en ese momento.
Pero detrás del gesto impulsivo hay una historia más profunda, ya que Isaque ha vivido años marcados por el consumo de alcohol y drogas, y su participación en la carrera no fue solo una ocurrencia sino el punto de quiebre. Desde aquel día dejó los excesos, comenzó a entrenar sobrio y recibió apoyo de vecinos, marcas locales y clínicas que lo ven como ejemplo de transformación.

Una historia de superación para todos
Hoy Isaque corre con tenis prestados y ropa deportiva donada, ya no lo hace para escapar de la resaca, sino para mantenerse firme en su nueva rutina. Su historia no es la de un atleta profesional, sino la de un hombre que encontró en el movimiento una forma de redención, y que sin buscarlo nos recordó que a veces basta un paso, aunque sea tambaleante, para cambiar el rumbo.
La carrera fue solo el inicio, lo que vino después fue una reconstrucción silenciosa, sin reflectores ni discursos motivacionales. Isaque sigue corriendo, ahora por convicción e incluso abrió una cuenta de Instagram para compartir su historia con los internautas. Aunque su historia comenzó como una anécdota viral, hoy se cuenta como testimonio de que incluso en los días más nublados puede aparecer una línea de salida.
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