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El Buen Fin: ¿estrategia de mercadotecnia o impulso real a la economía mexicana?

Descuentos, aguinaldo y tarjetas a tope: así se mueve el Buen Fin en México (y quién realmente gana).

El Buen Fin: ¿estrategia de mercadotecnia o impulso real a la economía mexicana?

El Buen Fin: ¿estrategia de mercadotecnia o impulso real a la economía mexicana?

JORGE LUIS CANDELAS

Cada noviembre, los pasillos de los centros comerciales se llenan, las páginas web colapsan y las tarjetas se deslizan sin descanso. Es “El Buen Fin”, el evento que promete precios bajos, adelantos de aguinaldo y una oportunidad para dinamizar la economía mexicana.

Pero tras los anuncios color rojo y las letras de “oferta”, persiste la pregunta: ¿a quién beneficia realmente?

De idea patriótica a fenómeno comercial

El Buen Fin nació en 2011, durante el gobierno de Felipe Calderón, como una iniciativa conjunta entre el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la Secretaría de Economía y la Concanaco Servytur.

Inspirado en el Black Friday estadounidense, su meta era clara: fomentar el consumo interno y reactivar la economía tras la crisis de 2008, adelantando la derrama del aguinaldo y extendiendo la temporada de compras navideñas.

Lo que comenzó como un fin de semana de descuentos se convirtió en una semana entera de consumo masivo, impulsada por campañas publicitarias nacionales y el respaldo de miles de empresas.

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El discurso oficial y los números detrás

De acuerdo con cifras de Concanaco, en los últimos años el Buen Fin ha generado una derrama económica superior a los 140 mil millones de pesos, con participación de más de 150 mil empresas.

Para el Gobierno federal, se trata de un evento que estimula la economía formal, incentiva el uso de medios de pago electrónicos y fortalece el comercio nacional.

Sin embargo, analistas en economía del consumo advierten que la mayor parte de esas ganancias se concentran en grandes corporaciones, cadenas de autoservicio y bancos.Estos últimos son, en realidad, los grandes beneficiarios, gracias a los esquemas de meses sin intereses y créditos instantáneos que alientan el gasto impulsivo.

El espejismo del descuento

No todas las ofertas son tan generosas como parecen.

La Profeco ha documentado que hasta un 30% de los productos aumentan su precio días antes del Buen Fin, para luego presentar supuestos “descuentos” que en realidad apenas igualan el costo original.

A ello se suma que muchos consumidores terminan endeudados más allá de su capacidad de pago, especialmente al recibir el adelanto del aguinaldo.

Según la Condusef, el 40% de las compras realizadas en estas fechas corresponden a bienes no esenciales, lo que muestra que el evento se ha convertido más en un fenómeno de mercadotecnia emocional que en una estrategia de ahorro.

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Los pequeños comercios, los grandes olvidados

Mientras las grandes tiendas ofrecen meses sin intereses y envíos gratuitos, los pequeños negocios locales enfrentan otro panorama. 

La mayoría no puede competir con los descuentos de las cadenas ni absorber los costos de publicidad digital. Muchos deciden no participar, o bien, reducen su margen de ganancia al mínimo para no quedar fuera del mapa comercial.

En ciudades como Durango, la participación formal crece cada año, pero el beneficio sigue concentrado en pocos sectores.

De acuerdo con la Concanaco Durango, para la edición 2025 se inscribieron más de 5 mil 400 empresas y negocios locales, una cifra récord que busca mantener la derrama económica por arriba de los mil millones de pesos, alcanzada el año anterior.

Sin embargo, los mismos representantes reconocen que los pequeños comercios apenas registran un incremento leve en ventas, sobre todo en los primeros días del evento.

El Buen Fin vs. el Black Friday

La comparación es inevitable.

El Black Friday estadounidense nació en los años 60 como una estrategia para reactivar el comercio después de Acción de Gracias, y con el tiempo se convirtió en un símbolo del consumo global.

El Buen Fin, en cambio, se diseñó con una intención más institucional y nacionalista, pero terminó siguiendo el mismo camino: una semana de ofertas, marketing agresivo y endeudamiento masivo.

Incluso la cercanía de fechas ha generado un efecto de “doble gasto”, pues muchos mexicanos participan en ambos eventos, principalmente en plataformas internacionales.

¿Impulso económico o estrategia de consumo?

Expertos en finanzas coinciden: el Buen Fin sí mueve la economía, pero de manera desigual.

El comercio formal se dinamiza, los bancos registran récord en transacciones y el Estado obtiene mayores ingresos fiscales, pero el consumo no necesariamente se traduce en desarrollo económico sostenible.

A más de una década de su creación, el Buen Fin refleja una verdad incómoda: el consumo es un motor poderoso, pero también frágil. Lo que impulsa un fin de semana puede generar meses de deudas para los hogares con menos recursos.

El Buen Fin ya forma parte de la cultura económica mexicana. Es una vitrina del poder del marketing y, al mismo tiempo, un espejo de las desigualdades del mercado. Ayuda, sí, pero no a todos por igual: mueve el dinero, no necesariamente el bienestar.

En teoría, el Buen Fin mueve la economía; en la práctica, mueve las tarjetas.

Escrito en: Secretaría de Economía El Buen Fin Buen, consumo, economía, grandes

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