
El último libro de Umberto Eco
Genio y figura, el célebre polígrafo italiano Umberto Eco (1932-2016) dedicó prácticamente toda su vida a la cultura del libro, desde una notable diversidad de ramas del conocimiento. Reconocido tanto en los círculos de la academia especializada como en territorios mucho más anchos gracias a sus novelas, el profesor universitario (en Bolonia, Turín, Florencia...) nos dejó al final de su vida un libro fiel a su trascendente trayectoria, "La memoria vegetal" (Lumen, 2021), sobre el que Irene Vallejo, ha señalado: "Un canto de amor a los libros y a su acumulación obsesiva, por el escritor que cambió la cultura".
La obra que nos ocupa se integra por una serie de artículos y ensayos que ilustran bien la disposición particularmente por la bibliofilia, la atención acerca de algunos autores y obras específicas -Kircher y Shakespeare, entre otros- todo, claro está, dentro de la gran aventura de la letra impresa. Un verdadero placer para esa parte de la especie humana, todavía sobreviviente, que le tienen cariño de verdad al libro. Subrayo al menos, por cuestiones de espacio, un punto esencial de los que se abordan en la obra.
Se trata precisamente del texto "Reflexiones sobre la bibliofilia", donde el autor sugiere los siguientes apartados: ¿Por qué nos atrae cierto libro, y a otras personas no? ¿La afición por los libros es cara?, para luego seguir con otras costumbres similares, llamativas, e incluso curiosas. Hay quienes prefieren los libros más por sus características externas que por su contenido, o también porque coleccionan primeras ediciones, para dar un ejemplo. Y no faltan los individuos que no se atreven a cortar las hojas pegadas por los extremos de una obra (los llamados ejemplares intonsos), y ni pensar tampoco en subrayar las páginas. Como se verá, ya más visto de cerca, el mundo de la bibliofilia es amplísimo, todo de acuerdo al comportamiento tan diverso de sus practicantes.
Hablo desde mi experiencia personal. Creo que es muy difícil contestar a la primera cuestión, ya que depende de los intereses y de la personalidad de cada quién el escoger un libro sobre otro. Lo mismo se pueden coleccionar volúmenes sobre arte, generalmente de altos costos por la excelente impresión de pinturas, regularmente en formatos mayores, que a algunos, por cierto, los dejan completamente indiferentes. Buscan mejor ediciones baratas acerca de testimonios de escritores locales. Como en la frase coloquial: "En gustos se rompen géneros". Igual pasa con los subrayados. Sobran los que tienen aversión a señalar los libros con pluma o lápiz -mucho menos con marca textos-, mientras que tampoco faltan los que escriben notas en los márgenes de las páginas, como aquel religioso de San Millán de la Cogolla, cuando se registraron las primeras palabras en castellano hace siglos... y llegar a tomar la obra como si se tratara de una agenda de trabajo. En cambio, digo, para otras personas el libro es intocable, íntegro, químicamente puro, casi al grado de llegar a decir, frente a un libro de segunda mano: "Ese libro no me interesa...porque ya está leído".
Umberto Eco hace, por cierto, un importante deslinde entre bibliomanía y bibliofilia. La primera, se entiende, es más egoísta, el bibliómano prefiere la exclusividad del tesoro. Tener por tener. La segunda proyecta algo más colectivo. Se satisface por el aprecio de los demás a su objeto particular. Y aquí aprovecho, siguiendo las pautas del autor, para una definición más personal. Desde hace años, soy un bibliófilo irremediable (me complace tener el libro deseado, me animan sus contenidos y evidentemente su buena hechura: el diseño, las pastas o encuadernaciones, las bellas tipografías e ilustraciones externas e internas), pero es una afición con utilidad compartida. Mis subrayados, nunca en libros de más de cincuenta años, me sirven para la clase, la conferencia o el artículo periodístico, como en este caso. Mi biblioteca personal es una colección bibliográfica de trabajo. No niego que habrá algo también de egolatría y vanidad, pero para mí el verdadero placer de esta condición privilegiada se satisface en servir a mi comunidad. Un granito de arena para nuestro crecimiento como entidad cultural.
Habría mucha tela de donde cortar. No obstante, cabe compartir mejor unas líneas del autor acerca del libro de papel, cada vez más teñido por el ámbar de la nostalgia...anticipada: "Qué hermoso un libro, que ha sido pensado para ser tomado en la mano, en la cama o una barca, también allá donde no hay enchufes eléctricos, también donde y cuando todas las baterías se ha descargado; qué hermoso un libro que soporta anotaciones y esquinas dobladas, que puede dejarse caer al suelo o abandonado y abierto sobre nuestro pecho o rodillas cuando nos acomete el sueño; un libro que cabe en el bolsillo, que se estropea, que registra la intensidad, la asiduidad o la regularidad de nuestras lecturas, que nos recuerda (si se presenta demasiado fresco o intonso) que todavía no lo hemos leído...".