
Majestuosa. La Catedral de Durango es un espejo de la historia y un refugio de espiritualidad.
En el marco del aniversario de la ciudad, el cronista de Durango, Javier Guerrero Romero, nos abre las puertas de uno de los edificios más emblemáticos no solo del estado, sino del norte de México: la Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción. A través de su mirada histórica, nos invita a redescubrir la magnitud de este lugar que ha sido, por siglos, el corazón espiritual, social, turistico y cultural de Durango.
"La catedral es, sin duda, el edificio religioso más importante del norte del país", afirma Guerrero con la contundencia de quien ha dedicado años al estudio de este patrimonio. Y no exagera. Su historia se remonta a 1620, cuando se erige el obispado de Durango. En ese momento, la antigua parroquia de la Asunción (una modesta iglesia de techos pajizos) fue designada como catedral. "Es interesante ver cómo aquella pequeña iglesia fue el punto de partida de lo que hoy es una construcción majestuosa", comenta.
Pero el camino hacia su grandeza fue largo y complicado. Tras un incendio provocado por un cohete durante las fiestas del Corpus en 1634, el templo original fue demolido y se comenzó la construcción de una nueva catedral de tres naves. Sin embargo, también sufrió daños importantes, un rayo cuarteó su cúpula a fines del siglo XVII. "Eso obligó a los obispos a replantearlo todo y a pensar en grande. Decidieron construir una gran iglesia catedral, como no había otra en la región", explica Guerrero.
Así, en 1695 inicia la obra del edificio actual, una catedral de cinco naves, poco común en la arquitectura en México. El proceso duró más de siglo y medio. "Por eso vemos en ella distintos estilos, distintos momentos; cada etapa de la obra obedeció a las modas y a las posibilidades de su tiempo", detalla.
DEL BARROCO AL NEOCLÁSICO
Pero también ha sido escenario de diversos hechos. Uno de ellos ocurrió a mediados del siglo XIX, cuando se impulsó una reforma estética que eliminó los altares barrocos originales. "Fue una transformación radical. Destruyeron los altares de madera, incluido el ciprés de Felipe de Ureña, una de las grandes obras del barroco mexicano. Solo se salvó el coro, que hoy es uno de los más bellos del país", apunta Guerrero.
Otra etapa crítica fue en 1913, cuando la catedral sirvió como fortín del Ejército Federal durante la toma de la ciudad. "Después, vino el saqueo encabezado por Tomás Urbina, quien literalmente cargó carretas con joyas litúrgicas, custodias, vasos sagrados. Fue casi legendario", narra el cronista. Afortunadamente, gran parte de estos objetos fueron recuperados.
DEVOCIÓN CON HISTORIA
Javier Guerrero no deja fuera las historias humanas y espirituales que giran en torno al templo. Destaca la figura del obispo Pedro Sánchez de Tagle, quien introdujo la devoción a San Jorge en un intento por enfrentar la plaga de alacranes. "No solo fue un acto religioso; era una respuesta desesperada a un problema de salud pública muy grave", señala. También menciona al obispo Benito Crespo, quien, con recursos de la Iglesia, financió el primer sistema de agua potable de la ciudad. "Por eso el 'Ojo de Agua del Obispo' lleva ese nombre. Era un hombre comprometido con la comunidad", agrega.
A la pregunta de cómo ha cambiado la relación de los duranguenses con su catedral, Guerrero responde con entusiasmo. "Sigue siendo el espacio espiritual por excelencia. La majestuosidad del lugar te impone. Entras y se siente. Y me ha sorprendido mucho el resurgir de la devoción a San Jorge. Destaca que este año las filas le daban vuelta a la catedral. Hace diez años eso no pasaba", comenta. Para él, esto refleja no solo una renovación de la vida pastoral, sino la vigencia del templo como espacio vivo de fe.
Pero también destaca su valor como atractivo turístico. "Independientemente de la religión, el visitante entra y se maravilla. Es una de las cinco grandes catedrales de México y la más importante del norte. Las proporciones, los objetos de culto, las imágenes... todo es de una belleza impresionante", afirma.
En su papel inesperado, la catedral ha sido también bastión de defensa. "Durante la guerra de Independencia, los asedios del siglo XIX, los ataques de los tuulises en 1859, siempre fue el punto alto de resistencia. Incluso hay ángeles en la cima del edificio que aún conservan impactos de bala de 1913", cuenta Guerrero, y sonríe ante la mención de los famosos túneles. "Todos quisieran que hubiera túneles, pero lo que tiene son construcciones subterráneas funcionales, la cripta de los obispos, el sistema de cimentación que sostiene las torres. Es una obra impresionante desde sus entrañas".
Finalmente, al preguntarle qué recuperaría de la catedral si pudiera traer de vuelta algo del pasado, no duda: "La música. La capilla de música de la catedral fue de las más importantes del país. Sus partituras aún están ahí, y gracias al trabajo de músicos locales y extranjeros se han empezado a tocar de nuevo. Escuchar esas piezas, en ese lugar, con los instrumentos originales... eso sería volver a sentir el alma de la catedral".
Para Javier Guerrero, la catedral no es solo piedra, historia o arte. Es el símbolo permanente de una ciudad que ha cambiado, pero que sigue mirando hacia su centro, hacia esa torre que ha resistido siglos, revoluciones, y transformaciones, siempre en pie como faro de identidad, fe y memoria.
Joya del turismo cultural
Más allá de su valor espiritual, la Catedral de Durango es también uno de los destinos turísticos más atractivos del norte del país. Su arquitectura imponente y la riqueza artística que guarda en su interior, la colocan entre las cinco grandes catedrales del país, según Javier Guerrero Romero.
Detrás del templo, en la planta alta de la antigua Casa de la Haceduría, se encuentra la Galería Episcopal, construida bajo la gestión del arzobispo Héctor González. Este espacio, que funge como museo de arte sacro, permite al visitante explorar pinturas, esculturas, ropajes litúrgicos y piezas únicas que narran la historia religiosa y cultural de la región.
Tendencia
A mediados del siglo XIX, se hace una reforma de estética para dar espacio a un nuevo a una nueva tendencia artística, el neoclásico.
Saqueo
Durante la Revolución fue saqueada por Tomás Urbina, quien cargó carretas con objetos litúrgicos de oro y plata, aunque muchos fueron recuperados.
Personaje
El obispo Pedro Sánchez de Tagle, introdujo la devoción a San Jorge en Durango y ayudó en el problema de plaga de alacranes.



