
Proyecto. Desde su llegada a la Liga MX, Mazatlán batalló para consolidarse; bajo rendimiento, poca identidad deportiva, un estadio que nunca logró llenarse con regularidad.
Agencias
El siglo de durango
La venta del Mazatlán FC desató una ola de incertidumbre en la Liga MX. La franquicia, fundada en 2020 tras la mudanza de Monarcas Morelia al puerto sinaloense, dejará de estar en la Liga MX, y es que su lugar será ocupado por el Atlante, que regresa a Primera División después de más de una década de ausencia.
Al interior del club, el anuncio cayó como bomba. La plantilla fue informada de manera abrupta y varios futbolistas comenzaron a evaluar salidas inmediatas.
El plantel vive horas de incertidumbre, algunos futbolistas con pasado en Cruz Azul, que habían encontrado espacio en Mazatlán, ahora deberán renegociar su futuro: reubicación, transferencias o rescisión. El escenario más probable es una "purga deportiva", donde el nuevo proyecto evaluará caso por caso para decidir quién continúa y quién saldrá.
El técnico Robert Dante Siboldi, quien había llegado para estabilizar el proyecto, decidió hacerse a un lado y despedirse del grupo ante lo que considera un giro irreparable en el proyecto. Su salida anticipa un efecto dominó que podría extenderse a gran parte del plantel.
La salida de Mazatlán y el retorno de Atlante reordenan la Liga MX en términos históricos y comerciales. Se recupera a un club emblemático y se cierra un proyecto joven que nunca encontró estabilidad. El movimiento confirma que, en el futbol mexicano, la continuidad sigue dependiendo más de los intereses empresariales que de los deportivos.