Enseñarás a volar... pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar... pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir... pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar... pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar... pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen...
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y aprendido!
Madre Teresa de Calcuta.
¡Oh, cuán lejos están aquellos días en que cantando alegre y placentera,
Jugando con mi negra cabellera,
En tu blando regazo me dormías!
¡Con qué grato embeleso recogías la balbuciente frase pasajera que,
Por ser de mis labios la primera,
Con maternal orgullo repetías!
Hoy que de la vejez en el quebranto,
Mi barba se desata en blanco armiño,
Y contemplo la vida sin encanto,
Al recordar tu celestial cariño,
De mis cansados ojos brota el llanto,
Porque, pensando en ti, me siento niño.
Un golpe di con temblorosa mano sobre su tumba venerada y triste;
Y nadie respondió...
Llamé en vano porque ¡la madre de mi amor no existe!
Volví a llamar, y del imperio frío se alzó una voz que dijo:
¡Si existe! Las madres, nunca mueren...
Hijo mío desde la tumba te vigilo triste...
¡Las madres, nunca mueren!
Si dejan la envoltura terrenal, suben a Dios, en espiral de nubes...
¡La madre, es inmortal!
Vicente Riva Palacio.
Madrecita mía,
Madrecita tierna,
Déjame decirte
Dulzuras extremas.
Es tuyo mi cuerpo
Que juntaste en ramo;
Deja revolverlo
Sobre tu regazo.
Juega tú a ser hoja
Y yo a ser rocío:
Y en tus brazos locos
Tenme suspendido.
Madrecita mía,
Todito mi mundo,
Déjame decirte
Los cariños sumos.
Gabriela Mistral.