Políticas por encima de pacientes del CECAN
El cierre del área de Radioterapia del Centro Estatal de Cancerología en Durango, es una de esas decisiones que, por más justificaciones técnicas o administrativas que se den, deja un mal sabor de boca y una profunda preocupación entre la sociedad duranguense, principalmente en familiares y pacientes que precisan de una atención tan especializada.
Desde hace más de seis meses, decenas de pacientes con cáncer han tenido que ser enviados a Gómez Palacio para recibir sus tratamientos en el nuevo Hospital General. El motivo, según la Secretaría de Salud, es que mantener en operación el acelerador lineal del CECAN, en la capital, representa un riesgo y hasta un gasto innecesario.
Y es que el Secretario de Salud, Moisés Nájera, asegura que el gobierno no tiene recursos para adquirir un nuevo acelerador ni cubrir el mantenimiento del actual, pero sí considera más viable costear traslados y estancias en otro municipio por más de un año, sin tomar en cuenta que viajar para recibir radioterapia puede ser complicado para algunos pacientes, especialmente cuando enfrentan efectos secundarios del tratamiento.
En Contraparte, un especialista del mismo centro, el Físico Clínico en Radioterapia en el CECAN, Uvaldo Reyes, sostiene que el aparato puede seguir funcionando, con el mantenimiento adecuado. Asegura, incluso, que este equipo supera en capacidad a varios de los que hoy se instalan en otras instituciones del país, y que aún podría dar servicio por al menos dos años más.
Tal confrontación entre las decisiones políticas y una postura técnica no hace más que exhibir un menosprecio por el bienestar de los pacientes. La acusación trasnochada sobre un posible conflicto de interés por parte del secretario de Salud, hacia un trabajador con años de trayectoria y experiencia en otras entidades del país, resulta, además de innecesaria, una cortina de humo.
El CECAN fue en su momento un referente nacional en atención oncológica pública. Hoy, su debilitamiento es reflejo de una crisis más profunda, como la de un sistema de salud que no escucha a sus propios especialistas, que prefiere suspender servicios antes que encontrar soluciones, y que ha convertido una necesidad médica en un tema político.
El Estado no puede seguir administrando la salud como si fuera una oficina de trámites. La radioterapia no puede ni debe considerarse como un lujo o un gasto, sino como una mera y apremiante necesidad. Sin embargo, mientras el gobierno estatal se toma su tiempo y se va de Feria, el cáncer no da tregua en los pacientes, los más afectados por las decisiones de quienes mandan.
EN LA BALANZA.- En Durango la recurrencia de reportar desapariciones de personas en redes sociales antes de acudir a las autoridades no es un capricho, sino un síntoma de la desconfianza en las instituciones. Las familias no ignoran los protocolos, simplemente ya no creen que el Estado actúe con la rapidez o eficacia que sus casos exigen. Que la Fiscalía General advierta sobre los riesgos de esta práctica, sin reconocer su propia responsabilidad en la pérdida de credibilidad, es insuficiente. Si más del 90 por ciento de los casos se resuelven tras una denuncia formal, no se entiende el por qué ese dato no se ha traducido en mayor confianza ciudadana.
CERROS SECOS Y PELONES... Tres muertes en poco más de tres meses dentro del Cefereso de Gómez Palacio deberían encender las alertas sobre las condiciones de reclusión y la salud mental de los internos. No basta con catalogar los casos como suicidios o infartos. El sistema penitenciario debería transparentar sus protocolos y someterse a una revisión profunda. La reinserción social no puede lograrse en contextos donde ni siquiera la vida está garantizada.
X: @Vic_Montenegro