
Productores denuncian importación de más de 230 mil toneladas de frijol al país
Mientras la producción de frijol de Durango, Zacatecas y Chihuahua no se mueve o no ha podido comercializarse a un buen precio, integrantes del Sistema Producto Frijol denuncian que se continúa importando este grano al país, pues a la fecha se han importado más de 230 mil toneladas.
Por ello, productores de las tres entidades se han unido en un frente común para exigir soluciones a situaciones que consideran injustas, como la importación del producto.
Aunque reconocen que existen tratados de libre comercio con algunos países, no piden parar esa importación, sino hacerlo con países donde no hay acuerdos comerciales, como Argentina y Brasil, que también son fuertes exportadores de frijol.
Señalan que el gobierno federal abre ciertas cuotas de importación cuando existe escasez de frijol en el país; sin embargo, actualmente no se presenta esa situación y aun así se continúa importando, lo que presiona a los productores a vender su cosecha hasta en ocho pesos por kilo.
Los productores afirman sentirse presionados, ya que menos del 50 por ciento de la cosecha podrá acopiarse al precio de garantía de 27 pesos, mediante el programa Alimentación para el Bienestar. Para el resto de la producción habrá dificultades de comercialización, problema que podría agravarse cuando se sume la cosecha de Nayarit y Sinaloa, entre finales de enero y febrero.
En México se consumen alrededor de un millón cien mil toneladas de frijol al año, mientras que la producción nacional ronda las 800 mil toneladas, por lo que los productores reconocen que aún se requieren al menos 300 mil toneladas de importación.
No obstante, consideran necesario generar una sensibilización con los grandes acopiadores que controlan el mercado, para que reduzcan la importación y se priorice la compra del frijol nacional a un precio justo, el cual no debería ser menor a 12 pesos por kilo.
El apoyo que solicitan al gobierno federal es contundente, para evitar compras por debajo de los 12 pesos o incluso de ocho pesos, mientras que el consumidor final paga hasta 30 pesos por kilo, margen que no se refleja en el ingreso de los productores.