Roberto Martínez, 'El Tila': el psicópata asesino que cazaba en barrios ricos

En los márgenes de Santiago de Chile, entre pobreza extrema y abandono institucional, nació Roberto José Martínez Vásquez, conocido como El Tila y cuya infancia estuvo marcada por el abuso, la negligencia y una violencia estructural que lo moldeó como uno de los criminales más temidos de Sudamérica. A diferencia de otros asesinos seriales, su motivación no era el placer ni el poder, era el resentimiento social, pues su blanco predilecto eran mujeres jóvenes de clase alta, a quienes atacaba en barrios acomodados del país de la Cordillera de los Andes.

Durante los años 90 y principios de los 2000, El Tila se convirtió en el violador serial más buscado del país, con un modus operandi que incluía seguimiento, irrupción en domicilios, secuestro y agresiones sexuales con extrema violencia, atribuyéndosele más de 20 violaciones, muchas de ellas cometidas mientras estaba en libertad condicional. En 2003 se graduaría de asesino, tras descuartizar e incinerar a su pareja de 16 años, un crimen que marcó el punto final de su carrera delictiva.

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Uno de los peores violadores seriales de Chile

Lo que distingue a El Tila no es solo la brutalidad de sus actos, sino la carga simbólica que imprimía en ellos, ya que en entrevistas y declaraciones, dejó claro que su odio no era aleatorio, pues sentía que la sociedad lo había condenado desde niño, y que sus víctimas representaban ese sistema. Su violencia tenía un componente ideológico, aunque distorsionado, que lo convirtió en una figura incómoda para el discurso oficial sobre criminalidad. 

Tras su captura, fue recluido en el penal de alta seguridad de la capital chilena y se volvió mediático de manera inmediata, recibiendo el apodo de 'El Psicópata de la Dehesa'; sin embargo, su historia no terminó ahí, pues un año más tarde, se suicidó en su celda, dejando una carta que mezclaba arrepentimiento, rabia y una visión delirante de justicia social. Su muerte cerró un capítulo oscuro, pero abrió otro: el debate sobre cómo la marginalidad puede incubar violencia extrema cuando no hay redes de contención ni oportunidades reales.

Pese a lo anteriormente narrado, según registros judiciales y fuentes penitenciarias, El Tila acumuló más de 40 denuncias por delitos sexuales, robo con violencia y amenazas y su caso fue utilizado por el Ministerio de Justicia chileno como ejemplo de fallas en el sistema de reinserción y control de libertad condicional. A la fecha, sigue siendo uno de los agresores sexuales con mayor número de víctimas registradas en la historia penal de toda América Latina.

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