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La Escuela de Derecho, detonante de eventos académicos

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Mi compañero de página editorial Juan Francisco Arroyo Herrera, publicó un articulo intitulado De aquellos tiempos, en el que me hace el favor de incluirme en sus recuerdos en términos muy positivos en cuanto a la empresa de la difusión del derecho en el Supremo Tribunal de Justicia del Estado y en la Escuela de Derecho de la UJED, aunque he de aclarar que no tengo el grado de doctor, toda vez que éste está reservado sólo a los que son gloria y prez del pensamiento jurídico. Todo lo demás es cierto. Dice Arroyo que la empresa la inicié en la Escuela de Derecho y la continué en el Tribunal, y está en lo correcto. Agradezco con humildad los elogios que me dedica pues los estimo sinceros y porque además me brindan la oportunidad de referirme con brevedad y verdad a la vida académica de la Escuela de Derecho en los setenta.

En esos años la Escuela de Derecho desarrolló por algo más de un lustro una intensa vida académica focalizada en la organización de conferencias, mesas redondas, seminarios y la edición de una revista doctrinal.

Dentro de mi desempeño como Secretario Académico de la Escuela de Derecho, que fue como de 1974 a 1980, me di a la tarea sugerida por mi inolvidable maestro Andrés Serra Rojas, de descentralizar el conocimiento jurídico de la capital de la República hacia Durango, invitando al efecto a lo más destacado del pensamiento jurídico, entre los que recuerdo con el mayor de los agradecimientos a Fernando Flores García, Eduardo García Maynez, Jorge Carpizo, Héctor Fix- Zamudio, Manuel Terán Mata, Raúl Carrancá y Rivas, Ricardo Franco Guzmán, Ignacio Burgoa, Raúl Cervantes Ahumada, Alberto Trueba Urbina, José Ovalle Favela, Ernesto Gutiérrez y González, Sergio García Ramírez, Francisco García Jimeno, Antonio Carrillo Flores, Jorge Witker, Euquerio Guerrero, Baltasar Cavazos, Nestor de Buen Lozano, Pedro Astudillo Urzúa, Mario Moya Palencia y tantos otros de igual renombre.Dentro del mismo renglón jurídico, merece citarse la Semana del Derecho del Trabajo, celebrada en la Escuela de Derecho por la Academia del Derecho del Trabajo, que presidía Guillermo Hori Robaina.

El trabajo no se limitó al campo jurídico, sino que estimando que el derecho es una de las disciplinas sociales, se invitó también a tratadistas de primera línea en política, en historia, en filosofía y en sociología; fue así como visitaron la Escuela de Derecho, y al visitarla le dieron lustre: Pablo González Casanova, Víctor L. Urquidi, Enrique Semo, Adolfo Gilly, Luis Sánchez Aguilar, Manuel Moreno Sánchez, Jorge Gurría Lacroix, Miguel León Portilla, Wigberto Jiménez Moreno, Carlos Bosch García, Elisa Lugo, Jorge Sánchez Azcona y otros más del mismo prestigio.

Aún más, la tarea llegó hasta el periodismo, el verdadero periodismo, y se efectuó el Encuentro de la Comunicación Francisco Zarco, y por una semana la Escuela de Derecho fue la capital del periodismo mexicano, pues congregó a los principales periodistas del país como Leopoldo Mendívil, Luis Suárez, Enrique Loubet, Alonso Sordo Noriega Murguía y a los principales medios como Canal 13, Canal 11 y periódicos como Excélsior y Universal.

¿Cómo fue posible tal empresa? Ninguna tarea de trascendencia es posible si no se cuenta con el apoyo de un equipo adecuado y preparado, y ese equipo lo fue José Ramón Hernández Meraz, Roberto Aguilar Vera, Carlos Borrego, Enrique Torres Cabral, Hermilo Uves Ortiz y estimados amigos y maestros del CCH. Fue tanta la eficiencia de este equipo que algunas conferencias tuvieron lugar en el Auditorio del Edificio Central, con un cupo más que lleno. Ninguna tarea de trascendencia es posible como ésa, si no se hubiera contado con el apoyo de las autoridades universitarias y esas autoridades fueron Camerino Castro González, director de la Escuela de Derecho en ese momento, y José Hugo Martinez Ortiz, rector, en esos ayeres.

Se conjuntó además la amable disposición del entonces Gobernador Constitucional del Estado, Héctor Mayagoitia Domínguez, uno de los mejores gobernadores que Durango haya tenido, pues recibía, concedía y permitía además el libre juego de todos los grupos políticos del Estado, lo que habla y hablará muy bien de él. El esquema operativo era sencillo: la Universidad pagaba los gastos de traslado y el Gobierno los de estancia que era de dos días, pues eran dos conferencias las que se sustentaban. El licenciado Camerino Castro y el suscrito hicimos un pacto de caballeros consistente en que si el visitante criticaba al gobierno, la Universidad se haría cargo de todos los gastos, y en más de una ocasión eso fue lo que ocurrió, como en el caso de Ernesto Gutiérrez y González, quien habló de las violaciones constitucionales del Ejecutivo federal del momento, esto es, de las violaciones constitucionales de Luis Echeverría.

Merece también mencionarse el taller de encuadernación, bajo la dirección del entonces estudiante Mario Alberto Cisneros Gutiérrez, pues hizo posible la edición de la revista y muy buenos servicios prestó a la biblioteca y a los estudiantes, a quienes se le empastaban sus libros mejor y a menor precio que los talleres establecidos.

Toda esta actividad generó la fundación del Instituto de Investigaciones Jurídicas y del Instituto de Investigaciones Históricas, así como preparó la creación de los estudios de posgrado de la hoy Facultad de Derecho.

Fue pues la Escuela de Derecho la detonadora en la organización de eventos académicos de manera sostenida, sistemática y nutrida en la Universidad Juárez, porque hasta los momentos que estoy reseñando, sólo se habían dado en otras unidades de manera desde luego valiosa, pero aislada.

En correspondencia debo subrayar el apoyo que para estas actividades prestó siempre el entonces estudiante Juan Francisco Arroyo Herrera, en su carácter de jefe de Redacción de la Voz de Durango.

Vendrían después dos direcciones de individuos petulantes y zafios, pero eso ya es materia de mis memorias. Dije.

Escrito en: Escuela, Derecho, pues, Francisco

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