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Editoriales

¿Negligencia paterna o indigencia paterna?

Enrique Arrieta Silva

Instituto de Investigaciones Jurídicas UJED

Toda muerte nos disminuye. Toda muerte es lamentable, y más la de un niño, dado que su potencialidad natural es la de convertirse en joven y en adulto, y si la muerte le trunca esa potencialidad en los primeros meses o años del ciclo de su vida, ello es un injusto natural o social, cruel y enorme. El ciclo natural de la vida es que los hijos entierren a los padres y no que los padres sepulten a los hijos. Cuando esto último sucede, se ha invertido el ciclo y ello es bastante triste y doloroso.

Ello viene a reflexión porque, hace unos cuantos días, la prensa local informó que un niño de un año tres meses había fallecido, luego de presenciar por más de ocho días un cuadro diarreico y temperatura elevada, lo que se pudo haber evitado si se le hubiera trasladado en forma oportuna con un médico, hospital o clínica, para que la diarrea y la fiebre le fueran controladas.

No sucedió así y el niño irremediablemente falleció.

La nota periodística del doloroso acontecimiento hace radicar su causa en negligencia de los padres, quienes al parecer se limitaron a enfrentar inútilmente la diarrea y la fiebre con remedios caseros.

Por otro lado, la prensa nacional anuncia el recorte de 50,000 plazas en el Gobierno Federal, que sumadas a las 150,000 que se han eliminado, dan un terrible total de 200,000. Y parece ser que se piensa seguir adelante con este plan de austeridad que amenaza a miles de hogares mexicanos.

Por lo que se ve, esta situación no le preocupa al secretario de Economía Fernando Canales Clariond, pues al respecto del recorte de personal declaró el año próximo pasado que esto no debe dar pena, toda vez que sucede en las mejores familias, que nuestro jefe nos comunique que nuestro puesto ya no se requiere y que hay que presentar nuestra renuncia.

Y no le debe preocupar, pues como prominente industrial de Monterrey, como Gobernador Constitutcional de Nuevo León y como secretario de Economía, su cartera esta bien gruesa con sueldo, viáticos, bonos y aguinaldo, amén de que tal vez su automóvil con chofer y vidrios polarizados le impide ver a los limpiaparabrisas, a las indias Marías, a los payasos y malabaristas de crucero y a los tragafuego, o tal vez piense que lo hagan por diversión o entretenimiento.

Asimismo, cuando vacaciona en Acapulco y escucha que una vocecilla infantil le pregunta que si le mueve la panza, con toda seguridad crea que se trata de una tarea que le encargó la maestra.

Pero a millones de mexicanos, que vivimos al día, es decir, de nuestro sueldo muy modesto, sí nos preocupa que pueda llegar el día en que se nos diga que nuestros puestos ya no son necesarios y que a cambio de ello como liquidación o retiro voluntario, se nos dé una cantidad que en poco tiempo se evaporará.

No nos consuela que Vicente Fox diga que con nuestra liquidación o retiro podemos poner un changarro, ni que se nos informe que podemos llamar a Chambatel o Chambanet, bueno, ni siquiera que Santiago Creel diga que cualquier mexicano puede aspirar a la presidencia o que el Arzobispo Primado de México Norberto Rivera Carrera eche las campanas al vuelo y declare que cada quien puede lanzar su candidatura a la Presidencia a la hora que quiera y que puede unirse a un partido o a otro.

¡No! El trabajo es el trabajo, el pan es el pan, la salud es la salud y la familia es la familia.

En el tiempo nublado de México, se advierte, el 40 por ciento de los mexicanos reducidos a la pobreza, y de ese 40 por ciento el 14 por ciento estacionados en la pobreza extrema, según cifras del INEGI, lo cual es sumamente preocupante y puede ser explosivo en cualquier momento, si es que el 60 por ciento de los mexicanos que sí tienen manera de vivir no llegan a comprender, y sobre todo los políticos y funcionarios, llámense oficiales o de oposición, que su tranquilidad y bienestar depende de que el otro 40 por ciento, y sobre de que el 14 por ciento de la pobreza extrema no se intranquilice y se convierta en un huracán social.

Ahora bien, dada la situación económica dificil que se padece, no pudiera ser que el caso del triste fallecimiento del niño de un año y tres meses no hubiera sido consecuencia de negligencia paterna, sino de indigencia paterna, es decir, que los doloridos padres por su situación económica se hubieran visto precisados a limitarse a los remedios caseros, pues no cualquiera puede pagar la consulta de un médico, que ha de andar por el orden de los trescientos o cuatrocientos pesos y comprar medicamentos siderales, pues se encuentran no en las nubes, sino más arriba de las nubes, ni mucho menos pagar un sanatorio particular que cuesta ya no un ojo de la cara, sino los dos ojos de la cara y respecto de los cuales no hace mucho escribí que tenían nombres de santos pero que cobraban como demonios, lo cual ratifico cabalmente. Bien pudiera ser.

Mientras este niño fallece, tal vez por falta de recursos, eso sí, Carlos Flores Alcocer, el embajador de México ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en la ciudad de París, Francia, compra colchones de seis mil dólares, adquiere una casa para su embajada de un millón ciento sesenta y ocho mil quinientos euros, también cuatro automóviles Volvo, con un costo total de doscientos cincuenta mil dólares, instala además una sala inteligente y se adjudica altos sueldos tanto para él como para sus nueve colaboradores que forman parte de su equipo de confianza.

Mientras tanto el fantasma del desempleo recorre México creando toda una patología laboral que se manifiesta en una serie de enfermedades como estrés, ansiedad, depresión, problemas nerviosos, gastritis, neuralgias, insomnios, infartos, histeria y las que se acumulen.

Mientras tanto, los cuerpos de algunos indigentes son levantados sin vida de algunas de las calles de la Ciudad de México, y de otras ciudades, víctimas de la hipotermia.

¿Qué han hecho los de ayer y los de ahora, con los mandatos constitucionales que enfáticamente disponen que todo individuo tiene derecho a recibir educación; que toda persona tiene derecho a la protección de la salud; que toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar; que toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa; que los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral y que toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil? ¿Acaso los han secuestrado?

Si así fuera, debemos ir a su rescate.

La esencia del hombre es el trabajo, por lo que privar al hombre de su trabajo es privarlo de su esencia, y eso no se vale

¿Y querían montarle el IVA a las medicinas? Es cuanto.

Escrito en: toda, derecho, tiene, niño

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