El personaje bíblico de Judas, célebre como el gran traidor de la historia cristiana, ha sido durante muchos años un elemento que refuerza los vínculos comunitarios en distintas culturas de Latinoamérica que cada año recrean la tradicional quema de Judas.
Esta celebración de Semana Santa arraigada por los españoles en el continente y ampliamente difundida en Hispanoamérica, adquiere distintos matices de acuerdo con las costumbres de cada pueblo, pero mantiene su esencia purificadora de todos los valores negativos en os individuos y sociedades.
La quema de Judas es quizás la tradición de Semana Santa que mayores tintes carnavalescos conserva, pues el personaje bíblico hace permisible desde el terreno de las alegorías el hurto, la cólera y la picardía encarnada por determinados sujetos que sirven de reflejo al sentir colectivo de la comunidad.
Con el transcurso de los años la “quema del Judas” ha ido introduciendo algunos cambios y ahora es posible encontrar a los más odiados personajes de nuestra historia personificados en estos muñecos de trapo.
EL TESTAMENTO
El domingo de Resurrección es el día escogido para vengar la traición de Judas. Cerca del anochecer el paupérrimo muñeco es colgado en plena calle a vista y paciencia de toda la comunidad y a la espera de que una llama inicie su fin, sin dejar de cumplir el rito del testamento.