Editoriales

Reuniones de amigos

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Yo no concibo la vida sin amigos, como tampoco la concibo sin amor.

La amistad, es uno de los sentimientos más hermosos que uno puede encontrar, aunque es difícil hacer amigos y mucho más difícil conservarlos.

En mi vida he podido contar con grandes e ingeniosos amigos, de todas las edades e ideologías.

Algunos de ellos se adelantaron, como dicen. Y créanme que me dejaron huérfano de su afecto, comprensión e inteligencia. Tenían aún muchas cosas que enseñarme y de un día para otro, ya no estaban conmigo. Pues, como diría Alberto Cortez: "Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo".

Por eso, los que aún conservo, los cuido mucho y me duele cuando no puedo hacerlo así.

En Saltillo, dejé muchos y muy buenos amigos. Fueron catorce años seguidos de vivir allá y en ese tiempo se forjan amistades grandes.

Por eso, ahora que la vida y mi trabajo me brindan la oportunidad de ir una vez a la semana a esa cuidad, trato de retomar esas amistades. Porque la vida se va y para cuando nos damos cuenta, algunos de los amigos ya han fallecido y es imposible volver a convivir con ellos.

De hecho así me pasó hace una semana, cuando llegando a Saltillo y sentándome a comer me dieron la noticia de que mi amiga Norma Gómez había muerto el lunes por la noche. El miércoles anterior fue la última vez que la vi cenando en un restaurante que a los dos nos gustaba y jamás me imaginé que en su mente ya se encubaba la idea de marcharse.

Para colmo, un día después me avisan de la muerte de don Óscar Villegas Rico, que si bien no era mi amigo, sí fue una persona a la que conocí, estimé y admiré como un gran maestro y abogado prominente.

De hecho, le había prometido a Jorge, mi sobrino, que un día lo invitaríamos a comer para que lo conociera. Una cita y una promesa que ya nunca podrán ser.

Por eso, cuando me invitaron a compartir la mesa con mis amigos Armando Sánchez Quintanilla y Jesús Cedillo, con la anfitrionía de Juan Ramón Cárdenas, uno de los mejores cocineros de Saltillo y dueño del restaurante Don Artemio, me apresuré a aceptar la invitación. Era una oportunidad inmejorable para convivir y disfrutar de una rica mesa auspiciada por Juan Ramón.

Y en efecto así fue. Ya presentes los cuatro, comenzó el desfile de exquisitos platillos, elaborados bajo la supervisión de Juan Ramón; y para abrir boca se descorchó una botella de tinto del Rioja de un litro, que fue seguida de otra más de igual casa y calidad, al tiempo que corrían también los vasos cargados de güisqui.

Obvio es que la plática viajó entre los grandes temas nacionales, las anécdotas políticas, salpicadas de humor hilarante, hasta llegar a los temas sencillos como el de las canciones de Sabina y su enfrentamiento con Calderón. Dicho sea de paso, se corroboró que la cortesía política que le corrió el de Jaén al presidente, fue eso, pues al salir de la comida en Los Pinos, éste declaró: "El ingenuo soy yo", pero previamente le había repetido a Calderón en su cara lo que públicamente le había dicho días antes.

Las vivencias y experiencias de Juan Ramón ocuparon la mayor parte del tiempo, pues la reunión tenía como finalidad que Jesús conociera su personalidad y su experiencia como Chef para poder escribir sobre él en el libro que prepara.

A los postres llegó el coñac, de muy buena casa y ya para las seis de la tarde, yo de plano me levanté, por tercera ocasión para irme a descansar, pero mis amigos se siguieron de frente no sé cuánto rato más.

Sólo recuerdo que para esas alturas del evento, Jesús ya había perdido su locuacidad y se dedicaba sólo a observar como quien ve una obra de teatro.

En reuniones como ésa se habla de política, periodismo, música y literatura, por lo que suelen resultar muy enriquecedoras.

Total que fue una tarde memorable con buenos e inteligentes amigos, de esos que se encuentran muy pocas veces en la vida, pero que vale la pena conservarlos para siempre.

Claro que aquí también participo de tertulias semejantes y son casi cada semana. Y a veces me reúno con buenos amigos los miércoles en el Parque España, para romper la semana. Pero esas son otras historias que algún día volveré a contar.

Me agradan mis amigos, disfruto a mis amigos. Dios bendiga a mis amigos y larga vida para todos ellos.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Escrito en: amigos, vida, amigos,, Juan

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas