La vida es un misterioso laberinto de causas y efectos, escribe Jorge Luis Borges. Y es cierto. Todo lo que le arrojamos a la vida se nos regresa con asombrosa precisión. Si eres generoso, recibirás generosidad. Si criticas, serás criticado; si tratas bien al otro, te tratarán bien, en fin... No quiero que suene a sermón, pero podríamos aplicar este mismo principio en las relaciones familiares; especialmente con la familia política. Los suegros bien podrían decirles a sus hijos, nueras o yernos ese viejo dicho: Como te ves, me vi y como me ves, te verás. Laura se considera la mejor suegra del mundo. Siempre está dispuesta a cuidar a su nieto, es prudente con sus hijos, le brinda detalles a su nuera y, cuando juega con el niño, no le importa revolcarse en el pasto y ensuciarse los pantalones. Pero la nuera no la quiere. Yo creo que le dan celos de que mi hijo me busque o me llame o quizá de que cada vez que el niño me ve, corre feliz a abrazarme. No sé, pero casi no me trae a mi nieto y yo me muero porque ese niño es mi adoración. Fíjate que le puse una palomita a todo lo que escribiste en tu artículo de Cómo ser una buena suegra. Sin embargo, honestamente, creo que aquí el problema es la nuera. No puedo dejar de pensar que, a veces, las nueras, o los yernos, contribuyen a mal alimentar esta delicada y compleja relación. Gracias al comentario de Laura me puse a investigar, entre las suegras, cuáles son las cualidades de las buenas nueras así como los principales motivos de desavenencias que, de evitarlas, harían que la convivencia fuera mejor. Porque sí, cuando te casas con tu pareja, te casas también con su familia. Y para el bien de todos, lo mejor es aspirar a tener una maravillosa relación de familia y no sólo conformarnos con llevar la fiesta en paz. Aquí algunos puntos para las nueras: 1) Sé pareja. Procura ser equitativa en todo, por ejemplo, que el tiempo que permites que tu hijo conviva con tu suegra sea equivalente al que permites que pase con tu mamá. Procura alternar las comidas de domingo, las navidades, las vacaciones, una vez con mis papás, una vez con los tuyos. Sé pareja con los regalos que les haces a ambas mamás. Nada de que el caro y bonito para mi mamá y, así, como para no dejar, el feo para mi suegra. Equilibra la atención y cariño que les enseñas a tus hijos para que les den a sus abuelos. Iguala la cantidad de fotos que pegas en los álbumes. Gaby, a la hora de ver las fotos del bautizo de mi nieta, nos dimos cuenta que ¡ni siquiera pusieron una nuestra!, me contaba una suegra. Piensa que el beneficio va directo a tu hijo. Entre más cariño lo envuelva, crecerá más seguro de sí mismo. Los niños aprenden lo que ven, así que como ellos vean que tratas a los demás, será la forma como ellos te tratarán a ti, cuando sean grandes. 2) Evita encelarte. Comprende que el amor que tu esposo le tiene a su mamá es completamente diferente al que siente por ti. ¡No son comparables! Al contrario, si él está pendiente de su mamá y la llama o la visita, agradécelo porque te casaste con un hombre sensible y cariñoso. En el corazón caben todos los afectos. 3) Sé prudente. Está bien que, de vez en cuando, le pidas a tu suegra que cuide a los niños; sin embargo, no hay que abusar. Sería un buen detalle que, cuando te haga el favor, le des las gracias con unas galletas o con algo que sabes que le gusta. ¡Cómo me gustaría que mi nuera me hablara para pedirme un favor, para cuidar al bebé o para darme las gracias! Todo es a través de mi hijo... incluso cuando viene a la casa casi no habla, nada más enchueca la boca, se queja otra acongojada suegra. Y, para variar, recuerda que también sería agradable que invitaras a tus suegros a salir... 4) Muérdete la lengua. Si sólo siguiéramos este punto, nos ahorraríamos miles de problemas. Procura no decirle a tu marido cosas desagradables de su familia; si acaso surge una dificultad, no triangules, es mejor hablar las cosas directamente y con mucho respeto. Asimismo, si te enojas con tu pareja, no se lo platiques a tus papás, porque el enojo se te va a pasar en el primer cuchi cuchi; sin embargo, es posible que tus papás se queden enganchados en el disgusto con tu esposo por mucho tiempo. 5) No te hagas de la vista gorda. Cuando me traen a los niños a casa, mi nuera nunca les pone límites, si los niños rayan las paredes, ensucian los sillones o dan vueltas a la mesa del comedor haciendo ruido con un silbato ¿tú crees que ella les dice algo?, se queja otra suegra. Y es cierto, hay papás que parecen no darse cuenta, o que no les importa, la molestia que ocasionan sus hijos. Enséñales que en la medida que sean respetuosos, serán respetados. 6) Sé solidaria. Como nuera, vas a crecer y a pasar varias etapas en la vida de tus papás y tus suegros: De jóvenes a maduros y, de ahí, a viejos. Es probable que cada vez tengan menos actividades y que necesiten más de tu atención, de tu tiempo, tu paciencia para visitarlos, acompañarlos al médico y demás. Recuerda que su vida gira alrededor de sus hijos y nietos. Dales gusto y hazlo con generosidad. 7) Aprovecha. Si acaso te toca vivir con tu suegra, tienes la oportunidad de ganarte el cielo en la tierra, no la desperdicies. Lo mejor es establecer reglas muy claras de convivencia, para beneficio de todos. 8) ¡Gánate a tus suegros! El amor es el motivo más sólido de unión. Las relaciones siempre son un juego de dos. Nobleza llama a nobleza. Para dar un beso, se necesita que el otro ponga la mejilla. Recuerda que la vida es un misterioso laberinto de causas y efectos, y que como te ves, me vi... Si tienes alguna queja o sugerencia para Cómo ser un buen yerno, puedes mandarla a mi correo para elaborar la columna de la próxima semana...