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El Vaticano y la lucha por el poder

LETRAS DURANGUEÑAS

ENRIQUE ARRIETA SILVA

El mes de febrero de 2013, el Papa Benedicto XVI hizo saber en latín su renuncia al papado, que sorprendió a propios y extraños, lo que desató una nueva lucha por el poder en el Vaticano, no menos despiadadas que las que se libran en otros Estados más terrenales, pues está en disputa el poder sobre 1,200 millones de católicos que se estima hay en el mundo, amén del manejo del IOR, que es el banco del Vaticano, no exento por cierto de escándalos financieros como cuentas secretas y lavado de dinero, así como cantidad de privilegios de orden económico, político y social.

Hacía como seiscientos años que la renuncia de un Papa no ocurría, por lo que se entiende cabalmente la conmoción que dicha renuncia causó, dando pábulo a distintas y encontradas interpretaciones.

No estaba fuera de duda, la mermada salud física de Benedicto XVI, quien estaba próximo a cumplir 86 años de edad y cargaba con los males propios de esa edad, como la enfermedad del corazón que lo había llevado a portar un marcapaso desde hacía diez años.

La edad avanzada que le impedía tener fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino y conducir la barca de San Pedro, dado el vigor disminuido, fueron las razones esgrimidas en su renuncia de las cuales nadie dudó, pues se dijo que en sus visitas a México y a Cuba, esas causales quedaron evidentes, dada la fatiga que le sobrevino.

Sin embargo, no fueron pocos los que parecieron encontrar, además de las razones esgrimidas por el sumo pontífice, la lucha intestina por el poder en el Vaticano, manifestada entre otras cosas por la entrega que hizo a la prensa, su asistente personal y mayordomo Paolo Gabriele, de cartas y documentos personalísimos para que se divulgaran y fueran empleados con efecto devastador en la lucha política.

Estudiosos del Vaticano, como Roberto Velázquez Nieto, investigador del Archivo Secreto del Vaticano, identifica a tres bandos en la lucha por el poder, que eran: encabezados por los cardenales Tarsicio Bertone, secretario de Estado desde 2005, Ángelo Sedano y Ángelo Bagnasco. De Bertone dijo que es el más abierto y menos conservador y muy cercano a Benedicto XVI. De Sedano, que encabezaba un grupo conservador, y tradicionalista y cercano a Juan Pablo II. De Ángelo Bagnasco que representaba el ala italiana, que es muy poderosa. (Emilio Godoy, Los intrigantes del Vaticano, en Proceso, número 1894, 17 de febrero de 2013, pp. 49).

Otros especialistas en el Vaticano, como José Alberto Villasana, teólogo de la Universidad Gregoriana de Roma, opinó que con su renuncia, el Pontífice romano, sellaba las diferencias entre los grupos en pugna por el poder en la Iglesia Católica y que podría incidir indirectamente en la elección de su sucesor, lo cual era un golpe magistral que ponía fin a la guerra desgastante y encarnizada que existía en la Curia romana, entre el decano de los cardenales Ángelo Sedano y el secretario de Estado Tarsicio Bertone. Magistral, porque con su retiro no sólo desmontaba la enconada lucha por el poder, sino que aseguraba el poder manejar la sucesión papal. Este mismo especialista vio la próxima sucesión en el Papado, formando parte de un proceso de crisis, que necesitaba ser bien resuelto para mantener vigente el catolicismo. (Héctor Figueroa, "Papa puso fin a enfrentamientos" en Excélsior, año XCVI, número 34, 865, 18 de febrero de 2013, Global, p. 4).

Sin duda, gran parte de la crisis, se debía a los escándalos de pederastia sacerdotal y a los juegos del dinero del banco del Vaticano, que hacían de esta sucesión papal, una sucesión muy politizada y muy encarnizada, como nunca se vio en otro pontificado, según opinaron algunos.

Sea como fuere, los 115 cardenales que formaron el cónclave elector, se decidieron por el jesuita argentino Bergoglio, quien adoptó el nombre de Francisco al asumir e hizo votos de pobreza y humildad, como colgarse una cruz de plata y no de oro, rechazar zapatos finos, así como el trono y la limusina, presentándose ante la prensa internacional como partidario de una iglesia pobre y para los pobres.

¿Alguien duda, que en los altos niveles espirituales del Vaticano, no se de una lucha sin cuartel por el poder, que tiene que ver más con los bienes terrenales que con los celestiales?

Lo dijo muy claro, el propio Benedicto XVI, en su penúltimo Ángelus en la Plaza San Pedro, cuando llamó a todos los miembros de la Iglesia, a renovarse en el espíritu, a reorientarse decididamente hacia Dios, renegando del orgullo y del egoísmo para vivir en el amor, pues el que tienta es astuto, ya que no empuja directamente hacia el mal, sino a un falso bien, haciendo creer que lo verdadero es el poder y lo que satisface las necesidades primarias, con lo que Dios, se convierte en secundario, se reduce a un medio, se vuelve irreal , no cuenta más y desaparece. (Ídem).

Lejos están los tiempos de Calles y de los comecuras, así como la Cristiada que se llevó tantas vidas. Bienvenida entonces la visita del Papa Francisco a México, con tal de que se respeten las formas y se despejen ambigüedades, pues en unos actos era el líder de millones de católicos y en otros Jefe de Estado del Vaticano; así como Peña Nieto, que en unos eventos se presentaba como católico y en otros como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, para que los mexicanos sepamos bien a bien de que se trata y con tal que se mantega vigente la laicidad del estado mexicano manifestado en el artículo 40 de la Constitución y aquello de "A dios lo que es de Dios y al César, lo que es del César." Tal duplicidad de funciones, me recuerda una película de Andrés Soler, en la que sus funciones de autoridad dependían del sombrero que usaba, así por ejemplo si tenía colocado un sombrero de ala corta era juez, pero si el interrogado se ponía algo altanero dejaba ese sombrero y se colocaba una texana de ala grande, convirtiéndose por ese solo hecho en jefe de la judicial y sometía al rijoso, ante la hilaridad del público.

Así pues ¿se violó o no se violó el laicismo del estado mexicano? Puede ser que sí, puede ser que no, lo más seguro es que ¿Quién sabe? Pues para unos el concepto de laico es una cosa y para otros, cosa distinta. En mi concepto no se violó el laicismo del estado mexicano, pues en todo momento, se mantuvo la independencia del estado mexicano respecto a la religión católica, valga decir, frente al Vaticano. Por más que Peña Nieto, hubiera besado el anillo papal, todo estuvo marcado por la vida diplomática que merece una visita de tal importancia.

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