Madrid, España.- La francesa Maud Fontenoy se convirtió en la primera mujer en atravesar el Océano Pacífico a remo, sola.
Sólo un alma verdaderamente aventurera podría llegar a entender el por qué de una experiencia así.
Exóticos, peligrosos e incluso temerarios, hay retos que enfrentan al ser humano con sus propios límites.
El premio por lograrlo no suele ser material pero en cambio el reconocimiento y la satisfacción personal compensa todo lo superado. Así fue para el noruego Thor Heyerdahl en 1947 y así ha sido para la joven francesa Maud Fontenoy, la última heroína de los mares y la primera mujer en travesar a remo, sola y sin asistencia el Océano Pacífico.
El nombre de la travesía, tan singular como intrigante: Kon Tiki.
Maud Fontenoy tiene 27 años, es francesa, emprendedora, valiente, y le gusta el mar. Por eso, pese a su corta edad ya tiene en su particular currículo de aventurera una complicada travesía a remo por el Atlántico norte.
Un viaje entre San Pierre et Miquelon (Canadá) y La Coruña, complicado por las siempre duras condiciones de un océano o por el hecho de que muy al comienzo del viaje, su desalinizadora dejó de funcionar. Pero Maud siguió adelante, y su llegada a las costas españolas supuso la llegada al paraíso de la leyenda.
La prueba de tesón
fue positiva
En esta ocasión, el reto suponía dar un paso más en la escala de dificultad. La ruta Kon Tiki enlaza la costa occidental de Perú con la oriental de las islas Marquesas en la Polinesia francesa. O lo que es lo mismo, trazar una línea imaginaria que durante casi siete mil kilómetros atraviesa el océano más grande del planeta, el Pacífico.
Fontenoy hizo
la travesía en 73 días
Sola, sin asistencia, la única ayuda que tuvo fueo del viento, que adelantó su llegada al destino un mes sobre la fecha prevista. La tarea de Maud, pese a que en su equipaje había libros e incluso un reproductor MP3, ha sido monótona y cansada en su embarcación de 7.5 metros de largo y 1.6 de ancho.
El dramatismo del viaje le llevó a escribir el día antes de pisar tierra: “Comienza a ser exasperante. ¿Puede la costa desaparecer en un solo día? Que haya pájaros es un signo, pero ¿dónde está la tierra? El calor es increíble. Tengo la impresión de estar en un horno gigante...”.
Son momentos en los que se mide la fortaleza, donde muchos abandonan y donde el instinto de supervivencia sale a relucir. Maud emprendió la aventura del Kon Tiki por tres motivos: ecología, pedagogía (dará conferencias sobre la experiencia) y por espíritu de superación. Sin duda alguna, este argumento es el que sale más reforzado una vez que todo terminó.
Heyerdahl,
el pionero
La historia de Maud Fontenoy, sin embargo, no es original. Hace 40 años, en 1947, un etnólogo noruego llamado Thor Heyerdahl quiso demostrar a la humanidad que los habitantes, animales e incluso flora de las Islas Marquesas podrían haber llegado desde Sudamérica, ya sea por el viento o... por el agua. Heyerdahl podría haber buscado pruebas, pero optó por recrear en vivo su polémica teoría.
El incansable y tozudo noruego construyó una balsa de troncos a la que llamó Kon Tiki y en compañía de otros cinco hombres, comenzó una de las aventuras más increíbles del siglo pasado.
Navegó desde Perú hasta las Marquesas en 97 días, demostrando que sus ideas eran posibles y de paso, convirtiéndose en una leyenda, en un faro en el mar de la aventura que en 2005 ha vuelto a brillar para iluminar el viaje de una joven francesa; de una heroína: Maud Fontenoy.