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Bikini Blues

Jaque Mate

SERGIO SARMIENTO
"El bikini es como la cerca de alambre de púas. Protege la propiedad sin impedir la vista."— Joey Adams

Hace 70 años, el 5 de julio de 1946, se presentó un nuevo tipo de traje de baño en la piscina Melitor de la capital francesa. El creador no era un diseñador de moda, de esos que abundaban en el París de la posguerra, sino un ingeniero de nombre Louis Réard. La prenda fue considerada tan atrevida que Réard no encontró a ninguna modelo profesional que la presentara y decidió contratar a Micheline Bernardini, una bailarina que aparecía desnuda en el Casino de París. El nuevo bañador recibió un nombre que buscaba generar olas en todo el mundo, como la bomba atómica que Estados Unidos acababa de detonar en un atolón del Pacífico llamado Bikini. La prenda logró una controversia que se extendió por todo el mundo. No era el bikini el primer traje de dos piezas. A lo largo de la historia hubo en las distintas civilizaciones prendas que dejaban descubierto el vientre femenino, pero desde el Medievo, y en particular a fines del siglo XIX, las sociedades occidentales se volvieron más moralistas.

En la década de 1930 se presentaron algunos modelos de bañador que dejaban una discreta apertura entre la parte superior y la de abajo. Un diseñador francés, Jacques Heim, presentó también en 1946 un traje de dos piezas con el argumento de que, por la escasez generada por la guerra, era necesario ahorrar tela. La gran diferencia del modelo de Réard es que dejaba al descubierto el ombligo.

En un principio fueron contadas las mujeres que se atrevieron a ponerse un bikini. Los hombres las acosaban y ellas se sentían desnudas, desprotegidas. La Iglesia Católica declaró la prenda pecaminosa y en España, Portugal y otros países fue prohibida. En las sociedades islámicas, que no aceptaban ni siquiera un bañador completo, el uso no consideró. Pasaron varios años, de hecho, para que la prenda dejara de ser una simple curiosidad de pasarela y se convirtiera en una vestimenta habitual en las playas. Todavía a fines de los cincuenta y principios de los sesenta las mujeres que se ponían un bikini en playas o películas, como la francesa Brigitte Bardot o la estadounidense Jane Fonda, eran consideradas atrevidas. La escena en que Ursula Andress sale del mar con un bikini blanco en Dr. No, la cinta de James Bond de 1962, la convirtió a ella en una celebridad internacional y al bikini le dio el impulso para popularizarse en las playas de Europa y Norteamérica.

Mucho han cambiado las cosas. En este verano, como ha ocurrido desde hace años, los bikinis son muy comunes en las playas europeas, pero sin la parte de arriba. Ver un ombligo de mujer sigue siendo una experiencia maravillosa para muchos hombres, pero ya no es esa visión que deslumbraba y paralizaba.

La moral, a final de cuentas, poco o nada tiene que ver con la piel que quede al descubierto con un atuendo. La razón por la cual el desnudo es tan provocador la falta de costumbre. En muchas sociedades tropicales era habitual el uso de una menor cantidad de ropa hasta que la cultura europea se impuso en el mundo.

Lo que es triste es que 70 años después de que Micheline Bernardini mostró el bikini del ingeniero Réard en la piscina Melitor de París, en México siga habiendo resistencias moralistas. Si hoy se presentara por primera vez el bikini en la Ciudad de México, esa brigada moralista que ha cerrado lugares de baile erótico seguramente detendría al ingeniero Réard por "trata", ya que se benefició de la explotación de una exhibición pública de orden sexual.

El subsecretario de educación Otto Granados comenta sobre mi artículo "La CNTE resiste" que la SEP hace los concursos de oposición en coordinación con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, pero son los gobiernos estatales los que dan las plazas y los nombramientos.

Twitter: @SergioSarmiento

Escrito en: Jaque Mate bikini, prenda, Réard, bañador

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