Despiden al 'Divo de México'
Este lunes, todo en la ciudad era lágrimas y lluvia. México lloraba a las cenizas de Juan Gabriel en el Palacio de Bellas Artes, escenario donde encumbró su carrera.
El silencio en el vestíbulo principal de este recinto era abrumador; nadie se movía, nadie decía nada. Cuando el portón principal abrió sus puertas, los acordes de “Amor eterno” arrancaron los primeros aplausos y con ellos, el coro del tema dedicado a las cenizas de Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido como Juan Gabriel.
Llegada
Eran cerca de las 17:00 horas del 5 de septiembre de 2016 y la historia plasmaba a otro grande homenajeado en este recinto, sumando su nombre a gente como María Félix, Mario Moreno Cantinflas, Chavela Vargas, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Octavio Paz y Pedro Vargas.
El protocolo institucional fue riguroso, primero Rafael Tovar y de Teresa, secretario de Cultura, al lado de María Cristina García Cepeda, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes; César Duarte, gobernador de Chihuahua; Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán, así como Iván Aguilera, hijo del cantante.
De fondo, el mariachi “Mi Tierra”, acompañando a Fernando de la Mora, posteriormente a Aída Cuevas con los temas “Te lo pido por favor” y “Te sigo amando”, mientras, el pueblo, su gente, desfilaba frente a sus cenizas, mostrando sus fotos, sus flores, sus lágrimas de respeto al ídolo que les dio tanto y tanto amor.
Profundo
Horas antes, Tovar y de Teresa platicaba con los medios y destacaba “lo sencillo de los temas de Juan Gabriel”, pero lo profundo que le lleva a la gente, por ello el homenaje en el máximo recinto de la cultura de México.
el recinto de su éxito
El propio Juan Gabriel realizó allí uno de sus conciertos más memorables en la década de los años 90. Debido a que se trataba de una figura de la música popular, no culta, los sectores más conservadores criticaron aquel show, aunque fue uno de los que mayor éxito en su carrera.
Tras ello, la ex corista de Juan Gabriel, Mayela Orozco, interpretó la canción “Tarde”. Ella fue acompañada por la agrupación del mariachi, quien se quedó en el homenaje con las voces que, posteriormente, se sumaron al homenaje.
Música
A las 18:30 horas, aproximadamente, el cantante español Jas Devael interpretó con lágrimas el tema “Se me olvidó otra vez”.
Cada minuto entraban al máximo recinto cultural de México, 35 personas que no dejaban de llorarle a su ídolo y recordaban conforme avanzaba la fila por las decenas de fotografías puestas en el vestíbulo a Juan Gabriel.
Visitantes
Políticos, intelectuales, artistas y amigos del cantante se dieron cita en este adiós al “Divo de Juárez”... desde hoy “Divo de México”. Lo cierto es que este homenaje póstumo se convirtió en toda una fiesta y todo apunta a que hasta este martes seguirá esa verbena popular que nunca imaginó Alberto Aguilera.
Homenaje
Este día se espera la presentación de Lucía Méndez y la Internacional Sonora Santanera, con el único fin de convertir este homenaje en una fiesta mexicana.
Recuerdos del Divo
El rostro de Juan Gabriel tapizó este lunes la explanada del Palacio de Bellas Artes, sus calles y comercios aledaños. En medio de la multitud que se dio cita para darle el último adiós al Divo de Juárez, no se hicieron esperar los comerciantes que ofrecían objetos como recuerdo del evento en memoria del cantautor.
“Llévese su revista con edición especial de Juan Gabriel. A 30 pesos”, gritaba un señor de la tercera edad mientras empujaba sobre la Alameda Central un carrito del cual colgaban periódicos y revistas diversas con el rostro del cantante.
Del otro lado de la acera, sobre Avenida Juárez, algunos de los puestos que vendían los sombreros de charro, banderas y demás parafernalia de estas fechas patrias, también ofertaban discos y DVD de los conciertos del también compositor. A 100 pesos cada uno. Por “30 varos” también era posible conseguir una memoria con mil canciones del intérprete fallecido el domingo pasado.
En una tienda de conveniencia, el rostro del cantante con la leyenda “#Siempre en mi MENTE” era la imagen de la funda de los vasos que se llevaban todos los clientes que compraban un café.