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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

 A Noche me soñaste, Terry, amado perro mío que te fuiste ya. Sé que me soñaste porque yo te soñé.

En mi sueño eras el perro joven que fuiste en otro tiempo. En tu sueño yo era el hombre joven que en otro tiempo fui.

Íbamos los dos, felices de la vida -felices con la vida-, por la vereda que sube lentamente al monte de Las Ánimas. Habían ya brotado las flores de la primavera, y los pinos perfumaban de resina el viento.

Llegamos a lo alto, y desde lo alto vimos el caserío del Potrero. Parecía una flor blanca que se hubiese abierto en la distancia. Arriba, por el cielo, una bandada de nubes que también parecían flores blancas iba en busca del Sol de la mañana.

¿A qué fuimos aquel día a las alturas, Terry? A nada. A vivir. A ser. Ahora tú ya no vives, aunque sigas siendo. Ahora yo empiezo a ya no ser, aunque siga viviendo.

Eso no importa, Terry, perro mío. Tenemos el recuerdo de las nubes que se van, pero tenemos también la memoria del caserío que se queda.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: perro, otro, Terry,, fuiste

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