Arturo Montiel entregó cuentas sobresalientes al PRI este domingo como gobernador del Estado de México. Su delfín para relevarlo, Enrique Peña Nieto, quien arrancó como el candidato del gobernador visto hacia abajo por muchos, rodeado por la desconfianza que levantó una cara de niño que subrayaba su edad, resultó ser un torbellino y se impuso este domingo por abrumadora diferencia. Le ayudó, no se podría negar, el desastre que resultó el candidato del PAN, Rubén Mendoza Ayala, quien cerró las últimas semanas de la contienda en el ciclo etílico de la cruda moral y sentimentalismo barato que lo llevaron al aislamiento, y una inofensiva aspirante del PRD, Yeidkol Polevnsky, que sólo el cierre de los jefes perredistas en las zonas marginadas del oriente circundante de la Ciudad de México evitó, a través de su rescate de última hora, un nocaut técnico a su líder Andrés Manuel López Obrador.
La victoria de Montiel es doble. Probó a la estructura priista que su inclinación por Peña Nieto fue mal diagnosticada, que el aparato político mexiquense pudo sacar una elección exitosa sin el apoyo del Comité Ejecutivo Nacional del partido, y que puede vanagloriarse de algo que hasta antes del domingo sólo el presidente del instituto, Roberto Madrazo, podía reclamar: derrotó a López Obrador, quien tuvo en Polevsnky una ineficaz marioneta que necesitaba para acercarse a los sectores empresariales mexiquenses y conquistar posiciones fuera del PRD para la elección presidencial. Esto significa que el capital político de Montiel dentro del llamado Tucom, que ha desafiado a Madrazo por la candidatura del PRI, se elevó significativamente.
Éste es el doblez relevante en el largo plazo de lo que significó la victoria de Peña Nieto para Montiel. Hasta antes de la elección, en el escenario de las percepciones, al Gobernador del Estado de México no se le ubicaba en la primera línea de combate por la candidatura presidencial. En el PRI se encontraba de un lado Madrazo, y por la amalgama de gobernadores y ex gobernadores, o líderes políticos en el Tucom, quien sobresalía era el líder del Senado, Enrique Jackson. Montiel también enfrentaba una embestida mediática de otros tucomes como el gobernador de Coahuila, Enrique Martínez, y el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, aunque este grupo se venía achicando aceleradamente frente a Madrazo, al punto en que dos contendientes, ex gobernadores ambos, se le acercaron al Presidente del PRI para expresarle que, aunque aún en secreto, realmente lo apoyarían a él.
Los resultados electorales en el Estado de México redefinen la competencia en el PRI por la candidatura presidencial. El margen de victoria y la debilidad de las impugnaciones de la oposición fortalecen a Montiel, que pasa a convertirse en el rival más fuerte que tiene Madrazo en la pugna por la candidatura. Las reglas que definió el Tucom para escoger a su candidato van a favorecer al Gobernador mexiquense. Las encuestas nacionales que harán para decidir quién tiene más popularidad y respaldo lo colocan en una posición de fuerza por la exposición que, gracias a la geografía mexiquense cuya vida política está intrínsicamente vinculada a la del Distrito Federal, le dieron las elecciones. También se montó por encima de Jackson, al mostrar el músculo de una maquinaria con vida propia sin necesidad del CEN priista.
Madrazo ni participó en el arranque de la campaña de Peña Nieto, más por la rivalidad con Montiel que por enemistad con el candidato, ni envió a sus operadores al Estado de México. Al contrario, Peña Nieto, respaldado por Montiel, pidió el cambio de cercanos a Madrazo en su campaña, y llevó a Jesús Murillo Karam a dirigirla. Hubo otros momentos que sugerían traición de Madrazo, como sus coqueteos con el candidato del PAN, y el acercamiento que hizo con un enemigo de Peña Nieto, Isidro Pastor, quien se había rebelado porque Montiel no lo hizo candidato. De Mendoza Ayala él mismo y Peña Nieto, se hicieron cargo; de Pastor, el equipo de Montiel negoció con él que se retirara de la campaña del panista y que se fuera del país hasta después de las elecciones. Madrazo envió a sus operadores a otros estados, como este mismo domingo en Nayarit, donde ganaron apretadamente las elecciones pese a tener una ventaja confortable en las vísperas.
La jornada dominical, a juzgar por los resultados, le dio puntos a Montiel y se los quitó al resto del Tucom y a Madrazo mismo. Dentro del Tucom se cierra la contienda entre Jackson y el Gobernador mexiquense, con equipos que en el pasado han sido antagónicos. Detrás de Montiel se encuentra un abanico de fuerzas entre las que destacan estrategas que trabajaron estrechamente con el ex presidente Carlos Salinas; Jackson tiene connotados zedillistas, como su jefe de campaña, Diódoro Carrasco, que fue secretario de Gobernación del ex presidente Ernesto Zedillo. Madrazo abreva también en los establos salinistas y tiene un viejo feudo contra Zedillo, quien lo quiso sacrificar para apoyar a López Obrador cuando ambos compitieron por la gubernatura de Tabasco.
El fiel de la balanza no parece recaer en el resto de los miembros del Tucom, sino en la invisible pero aún poderosa Elba Esther Gordillo, secretaria general del PRI y desde su retiro forzoso de la política del día con día líder de los maestros. Si la maestra mantiene sus apoyos políticos para el 2006 dentro del PRI, su primera opción apunta para Jackson. La victoria de Montiel puede cambiar esa percepción e inclinarse por el Gobernador, con quien comparte aliados y a quien ha visto recientemente. Madrazo está obligado a replantear su estrategia. Sus operadores veían como rival a Jackson y a nadie más, confiados en que el senador jamás estaría en niveles de competencia. Con un Montiel ganador las cosas cambian y lo que se podrá ver en las próximas semanas es cómo reagrupan sus fuerzas, qué nuevas alianzas establecen y cómo se perfilan para una competencia que puede partir al PRI por la mitad, si las rutas fijadas se mantienen sobre los mismos rieles.