@@ADSSCRIPTS@@

Nosotros

Satín y seda

por Nadia Bracho

Regalo.- Dádiva que se hace voluntariamente o por costumbre. Real y Pontifica Academia Española.

Regalo.- Dádiva apresurada (o sumamente correteada) que tienen por costumbre dar los padres en las piñatas de los amigos de sus hijos. Compromiso irrefutable ante una persona que por su trato y don de gentes no tenemos más remedio que incluirlo en la lista de regalos de Navidad. El nunca igualado, siempre gastado y jamás olvidado, el vulgo.

-¿Qué es el regalo?, pregunta con curiosidad el pequeño, listo para la piñata de aquella tarde (presencia que no deja de pasar desapercibida, porque son las únicas ocasiones en que le quito el “copete” de los ojos, con la ayuda de gel, espuma y fijador).

-¿El regalo?, es para un niño de ocho años y la envoltura es de “Star Wars”, le digo al notar que quizás lleguemos a los abrazos de despedida o por lo menos a levantar las mesas del festejo.

-Ya sé cómo está envuelto, lo que quiero saber es qué hay dentro de la caja, imprime con énfasis el niño en la petición realizada.

Para ser un escolar en inicios es bastante inquisitivo, pienso preocupada porque en mis tiempos nunca se me ocurrió comentarle a mi mamá qué era lo que regalábamos cuando íbamos a las piñatas, simplemente teníamos que asistir con nuestro vestido de fiesta almidonado, comernos el pastel y agradecer con reverencias a la anfitriona, so pena de ser excluidas por “raras y comunistas” de las próximas 33 reuniones de la víspera.

-Es una taza, le respondí sin esperar ninguna respuesta a cambio, pero sí exigía prontitud y lo empujé hacia la puerta de salida.

Deteniéndose por completo, se devuelve de inmediato y sorprendido pronuncia.

-¿Una taza? Cómo que una taza... es de vidrio y de inmediato levanta suavemente el regalo y trata de escuchar algún indicio que le permita adivinar el material del que está hecho, moviéndola con precaución.

-¡Claro que no!, los niños no usan cosas de cristal, pueden romperse y los vidrios ocasionan heridas o cortadas graves donde hay que limpiar y poner un curita para que deje de sangrar. Es peligroso. La taza es de un material como de plástico con un personaje “súper de moda” para que esté feliz la gente cuando lo ve... (explicación que a mí me pareció irrelevante, pero la tardanza me estaba dando pereza mental y todo lo que tenía como objetivo principal era llegar y que mis herederos rompieran la piñata).

-No, no creo que pueda ir, vuelve el infante sobre sus pasos y se sienta en la sala, como quien está en una sobremesa esperando que los últimos rayos del ocaso desaparezcan en la lejanía.

-¿Me puedes decir qué es lo que significa “creo que no puedo ir”?, lo persigo con los brazos ocupados por el bolso de mano, una ropa de tintorería que tengo que entregar, la bolsa que voy a devolver a una comadre que voy a ver en la fiesta y por supuesto las chamarras de los niños.

-A los niños no nos gustan las tazas, a los niños nos gustan los juguetes de acción. Fue su única y tajante protesta, conservando su postura en el asiento, firme y sin ningún ademán de levantarse, sosteniendo en las piernas el “controversial” regalo.

-¿A sí, y cómo sabes lo que le gustaría al festejado, qué acaso conoces sus gustos? (Atención a todos los padres de familia, esto que acabo de hacer es un error garrafal, nunca rete la inteligencia de un niño y ¡por Dios!, jamás cuestione sobre los gustos de sus amiguitos, créalo o no es toda una mafia que se confabula contra los ya apabullados padres de familia).

-Mamá, cualquiera con ocho años sabe lo que le gustaría tener el día de su cumpleaños y la taza no es una de las preferidas en la lista de regalos (ya ven lo que les digo, con esto me desarmó a tal grado que pensé en lavar la ropa de tintorería en casa, de todas formas yo nunca iba a lucir “correcta y formal” ante mis hijos).

Molesta por estar dando “mi brazo a torcer” me dirijo a la recámara, donde tengo guardados algunos regalitos de emergencia y busco algo que pudiera ser adecuado para la edad de ocho años.

El niño observaba con seriedad sobre mi hombro, sintiendo la respiración de él en mi nuca.

Logré sacar un muñeco de acción, creo que era un “Caballero del Zodiaco”, pero como a mí desde hace algunos años tengo total confusión entre “Bob Esponja” y “Los Teletobis”, no quise aventurar el nombre del muñeco, por lo que simplemente se lo enseñé a mi “verdugo”.

Por la expresión pude constatar que no sólo había acertado, sino también había ganado cinco puntos a mi imagen materna.

-Esto es fabuloso mamá, es lo preferido por los de seis años, exclamó lleno de entusiasmo y lo tomó con las dos manos y desapareció de mi vista.

Suponiendo que estaba buscando una bolsa de regalo apresuro el paso y mi sorpresa fue verlo salir con la misma caja de regalos de “Star Wars”.

-Oye, ¿qué pasó con el otro “excelente y perfecto” regalo para los de seis años?, le pregunto.

-Ah, ése es para mí, yo también tengo ocho años y pensé que a mi amiguito le gustará la taza “súper de moda” que le compraste...

¿El mejor regalo?, claro que existe. Cómprelo usted mismo y dese un abrazo muy afectuoso.

Escrito en: tengo, ocho, niño, nunca

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Nosotros

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas