EL SIGLO DE Durango
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Una fuerte precipitación pluvial azotó e impresionó a los pobladores del ejido 6 de Octubre. La gente no daba crédito a lo que veía, pues la lluvia, acompañada de granizo, penetró y mojó sus humildes pertenencias.
El olor a tierra mojada, el lodo por doquier, los enormes charcos en las calles carentes de pavimento y las familias en acción, sacando el agua de los zaguanes adornados con helechos, era el escenario que ayer ofrecía este poblado de aproximadamente mil 800 habitantes.
Mientras las gallinas de plumaje rojo revoloteaban en las calles, algunos niños jugaban entre el lodo y varios adolescentes decidieron chapotear en la cancha que asemejaba un gran lago. Ellos no estaban en la misma línea de los adultos, quienes intentaban exprimir lo que irremediablemente empapó la “tromba”, nunca antes vista por sus pobladores.
Es una población que se encuentra situada dentro del Perímetro Lavín a unos 30 kilómetros de la ciudad de Gómez Palacio, a donde oportunamente llegó Protección Civil y personal del Sistema Descentralizado de Agua Potable y Alcantarillado (Sideapa).
En 45 minutos que duró la fuerte lluvia, José Paz Trujillo, su esposa y nietos vieron cómo se filtraba el agua de los techos de viga. De hecho, en un área, algunas piezas de madera se astillaron por la humedad.
En el zaguán varias mecedoras estaban empapadas y los cuartos se anegaron. Niños y grandes colaboraban en las acciones de limpieza. Sucedió igual en la casa de los vecinos donde la mayoría se conoce, porque no es un poblado muy grande.
Socorro Armendáriz, quien vive en la calle Lázaro Cárdenas -que es la entrada principal al ejido-, tiene una miscelánea en su casa, donde el agua no causó tantos estragos.
Platica que ayer en la mañana, nadie contaba otra cosa. Con una risilla burlona, dice que sus clientes y ella se la han pasado repasando la escena que vivieron la noche del miércoles y explica: “Es que mucha gente estaba en el casino, donde había un torneo de baby fut, cuando empezó a llover y no quisieron moverse hasta que acabara la lluvia, pero al ver que caía con tanta furia y que las calle estaba inundándose, empezaron a salir del lugar como en manada, rumbo a sus casas...”.
María de Jesús Trujillo Pérez estaba desolada porque a su vivienda el agua llegó casi hasta las rodillas y mojó sus muebles. Estaba triste porque su refrigerador se afectó, aun cuando los elementos de Protección Civil decidieron cortar la energía eléctrica.
Isidra Pérez relata que por el granizo y la incandescente lluvia se veía borroso. “La gente corría de un lado para otro y los árboles se hacían para todos lados”, dice para informar que le llegó la noticia de que el ejido adjunto, llamado Maravasco, también se vio afectado.