Aquel hombre ansiaba encontrar la verdad. La buscó en los libros y no la encontró. En los libros no estaba la verdad.
La buscó en el trato con los hombres sabios y no la encontró. En los hombres sabios no estaba la verdad.
La buscó en los templos y no la encontró. En los templos no estaba la verdad.
La buscó en la montaña y en el bosque y no la encontró. Ni en el bosque ni en la montaña estaba la verdad.
Desesperaba ya el hombre de encontrarla cuando un día finalmente halló la verdad.
Estaba en su interior. Ahí esperaba, silenciosa, a que el hombre la encontrara.
Ahora el hombre sabe dónde está la verdad.
Ahora el hombre sabe dónde está su verdad.
¡Hasta mañana!...