Proxemia... Suena extraño, pero, ¿te ha tocado sentarte en el cine, en un avión o en un camión junto a un vecino que se apodera todo el tiempo de los descansabrazos? O peor aún, ¿que extiende las páginas de su periódico como si estuviera solo en la sala de su casa? ¿Te has sentido ignorado en una conversación de grupo al no ser incluido/a con la mirada? Estos detalles, de acuerdo al antropólogo Edgard T. Hall, forman parte de la proxemia de tipo territorial. De manera no verbal, tiene efectos en cómo nos sentimos y en nuestra interacción con los demás. Asimismo, hay de tipo temporal, simbólico, lingüístico y sonoro. Proxemia temporal. ¿Te has fijado que, al entrar a un lugar, los objetos y la decoración te hacen sentir de una manera determinada? Por ejemplo, tanto lo muy moderno como lo muy antiguo son percibidos como dentro de una categoría superior a lo contemporáneo. Y, cuando entramos a una casa u oficina llena de objetos y muebles antiguos, de inmediato provoca que percibamos el lugar y las personas que lo viven de manera diferente. Al platicar o presentar a alguien, el tiempo que se deja entre una frase y otra otorga una mayor o menor importancia a quien habla o a lo que se va a decir. Hay quien abusa de este recurso de manera consciente; si no se trata de un excelente actor, cae mal.
Detalles como el tiempo que tardas en responder a un saludo puede reflejar la jerarquía, el grado de gusto, de estima o respeto que le tengas a la persona. ¿Quién se acerca a saludar primero a quién? Se supone que el de menor jerarquía o edad es el que lo debe hacer en primer lugar. Aunque aquí también entra en juego otro asunto: la sencillez. Si quien se acerca primero es, de alguna manera, más importante, deja ver su calidad humana y dotes de liderazgo. Proxemia Simbólica. Invitar a alguien a tomar un café es de menor valor simbólico que invitarlo a tomar una copa o a cenar, especialmente si se trata de una relación de negocios; y si la cena es en tu casa y no en un restaurante, es la mejor deferencia que le puedes hacer. Asimismo, el encontrarnos con alguien a desayunar es de menor nivel simbólico que ir a comer; la segunda implica más tiempo, más dinero y la posibilidad de incluir alcohol; esto produce estados de mayor cercanía y menor inhibición. Proxemia Lingüística. Con las palabras también marcamos diferencias de rangos, de edad, distancias sociales o familiaridad. Todos hemos experimentado cómo el simple hecho de hablarnos de tú o de usted hace que la relación cambie de inmediato; es como si de pronto bajáramos una barrera invisible que puede ser conveniente u ofender, según el caso. El uso de una jerga especializada entre colegas, como médicos, abogados, programadores de sistemas, les confiere una identidad especial; no obstante, los aleja de todos aquellos que no comprendemos lo que dicen. Apelativos como: señor, licenciado o doctor no son descriptivos, sino proxémicos (marcan distancia). Proxemia Sonora. Subir la voz en una discusión refleja una carga emotiva que puede tener el efecto de alejar e intimidar al otro; de la misma manera, hablar en voz baja obliga a los demás a acercarse. Hay quien hace esto con toda intención. El alto volumen de la música en un concierto roquero o antro, nos envuelve a todos y borra los límites entre las personas, lo que ocasiona que perdamos la individualidad. La música romántica, por el contrario, nos invita a acercarnos más. Proxemia... Suena raro, sin embargo, aprender a observarla y controlarla en la vida cotidiana nos hace seres más conscientes, ¿no crees?