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Los efectos de la falta de comunicación

PADRES E HIJOS

Los efectos de la falta de comunicación

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Cuando nos enteramos, a través de los diferentes medios de información, de noticias que representan una terrible y verdadera tragedia familiar, como la muerte de una adolescente que se quita la vida, nos sacude, nos conmociona, nos duele y nos lleva a la ineludible reflexión sobre qué esta ocurriendo, qué estamos haciendo o dejando de hacer los padres de familia para que una menor de edad decida que es mejor abandonarlo todo al no encontrar una solución a sus problemas, sobre todo al no encontrar apoyo en sus progenitores, que deberían ser las personas más cercanas y en las que se debería confiar más en toda clase de circunstancias.

A la sociedad entera le debería interesar el hecho de que una personita que apenas empieza a vivir tome la fatal determinación en el sentido de que la única salida a su conflictiva existencia es escapar, es abrir la llamada puerta falsa, esa opción que en ese momento, al menos para quien vive con esa angustia, es la única al no encontrar una mano amiga, un hombro dónde recargarse, un abrazo para hallar refugio y consuelo ante una situación que sólo quien la padece sabe la magnitud de ese dolor que no es fácil expresarle a alguien de confianza.

Por ello, amable lector, los padres de familia (ambos, mamá y papá) tenemos la ineludible, honrosa y hermosa responsabilidad de velar por el bienestar de los hijos en todos los aspectos, desde satisfacer sus necesidades en el orden material, hasta aquellas relacionadas con su salud mental y física, de tal manera que su desarrollo sea integral y su tranquilidad no sea alterada por factores como el hecho de que, por ejemplo, alguien los moleste o los agreda de alguna forma, de ahí que los progenitores debemos estar en alerta permanente para detectar un cambio en su conducta, dentro y fuera del hogar.

Tomando en cuenta que los padres somos quienes debemos conocer mejor a los hijos sobre su desenvolvimiento en los distintos ámbitos donde comúnmente se desplazan, con mayor razón, debemos percatarnos de algún cambio, por pequeño que sea, en su estado de ánimo, sobre todo si son muy expresivos y repentinamente se aíslan por tiempos prolongados, lo que debería significar un foco de alarma ante lo que podría representar un problema que ellos en lo personal no pueden resolver porque no saben cómo afrontarlo, y es entonces cuando los progenitores debemos intervenir de inmediato, para conocer de primera mano qué está sucediendo con alguno de nuestros vástagos en caso de que observemos que algo les está ocurriendo y que precisan de nuestro respaldo aunque no nos lo pidan directamente.

Y es que en ocasiones sucede que los hijos piensan que pueden lidiar con sus problemas y que ellos mismos los pueden solucionar, o también puede ocurrir que no son tan grandes ni graves, de tal manera que pueden pensar que solos se van a resolver, sin tener que recurrir al apoyo o auxilio, incluso, de sus amigos, compañeros de escuela, de algún hermano o hermana, y menos de alguno de sus padres, pues hasta les podría avergonzar el hecho de que sus progenitores piensen que no pueden afrontar sus conflictos personales sin tener que solicitar el respaldo de alguien más.

No obstante, puede llegar el momento en que los pequeños y los adolescentes no exploren bien sus opciones para saber en qué momento deben acudir a sus padres para salir de un problema del que quizá la solución no sea tan complicada si se tocan las puertas adecuadas y si se busca la ayuda materna o paterna, que siempre estarán ahí para buscar la mejor salida ante cualquier conflicto, sin importar la naturaleza o su magnitud.

Por supuesto que los padres de familia siempre deberemos estar atentos a todo lo que hagan y dejen de hacer nuestros hijos, dentro y fuera del hogar, para saber, también, quiénes son sus mejores amigos y amigas, es decir, conocer todo su entorno, sus inquietudes, sus aspiraciones, sus sueños, sus temores, todo lo relacionado con su vida, para de esta manera estar en condiciones de ofrecerles todo el apoyo que requieran en cualquier circunstancia.

No debemos esperar a que los problemas crezcan, pues mientras más temprano los detectemos a través de señales tan simples como algún cambio en su comportamiento, más a tiempo estaremos de poder ayudarles a encontrar una solución a sus problemas personales, escolares o de relación con algún compañero, compañera, amigo, amiga o hasta sus parejas si es que ya la tienen.

Una recomendación: no asumamos que los problemas que nos confíen y nos planteen los hijos son pequeños y que no tienen mucha importancia, pues para ellos sí la tienen, así que tampoco minimicemos el conflicto por el que pueden estar atravesando. Sólo escuchémoslos y tratemos de ayudarlos, con lo que estaremos contribuyendo a su tranquilidad y estabilidad emocional y mental.

Además, de esta manera, les estaremos enviando un mensaje positivo en el sentido de que todos los problemas tienen solución y que siempre contarán con nosotros en cualquier clase de situación donde sientan que precisan de nuestro apoyo, para que no busquen salidas de las que no se puede regresar.

Escrito en: Padres e hijos pueden, debemos, padres, problemas

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