Para Diego Fernando Cabezas Tapia, profesor en la Universidad Politécnica Estatal de San Petesburgo, en Rusia, el problema del campo mexicano es un problema que se presenta a nivel latinoamérica y tiene que ver con un mal enfoque de las políticas públicas de los gobiernos, más que con la falta de recursos.
En un mundo globalizado la productividad en el campo tiene una estrecha relación con los niveles de tecnificación y en México el modelo de desarrollo no se ha entendido de esta manera, afirmó. Para ello es necesario que los gobiernos colaboren con quienes día a día trabajan en el cultivo en el país, añadió.
El reto consiste, apuntó, en que esta tecnificación esté acompañada por un verdadero entendimiento de los procesos que implica a nivel práctico sembrar algún cultivo y eso solo se hace desde el nivel educativo.
Su ejemplo es sencillo: "los políticos nos venden que si que vamos a arreglarlo, que esto va a estar mejor, que es como prender y apagar un foco, no es así. Para prender un foco tenemos que aprender a poner los circuitos, comprar el foco y ponerlo, así es como debería ser la educación".
México, al igual que el resto de los países latinoaméricanos, invierte cada año un presupuesto muy amplio para importar tecnología pero en general no existe un esquema que impulse el desarrollo de esquemas tecnológicos propios incluso desde las universidades.
La vinculación entre países es la clave para desarrollar esquemas de tecnificación que se vean reflejados en un mayor nivel de productividad, concluyó.