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Despistados... ¿todos? Sobreaviso

RENÉ DELGADO

RENÉ DELGADO

Hacía tanto, pero tanto que el priismo no profesaba la liturgia del "tapado" y "el dedazo" que, por falta de práctica y pérdida de la memoria, está convirtiendo el rito de la ceremonia en un vodevil extraño... además de peligroso.

Los "tapados" andan "destapados" sin distraerse, dicen; al "destapador", su compadre quiere madrugarlo o torcerle "el dedazo"; y lo más curioso: el escenario no le garantiza un final feliz al espectáculo tricolor. El tapado-destapado no tiene escriturada la habitación principal de la residencia de Los Pinos, o sea, el despacho del Ejecutivo.

Pueden algunos priistas sentirse fascinados por estar al centro de la pista donde se presenta el numerito montado, pero su risa es nerviosa. La pista o cancha donde retozan los precandidatos está bien pareja, pero inclinada, muy inclinada.

A ver si no también resbala por la pendiente el beneficiario de la inclinación.

El presidente de la República podrá decir "andan bien despistados, todos, ¿eh?" y el canciller podrá retractarse al decir "no hay que confundir eso (la zalamera presentación de José Antonio Meade ante los diplomáticos extranjeros) con otra cosa", pero no "todos" andan despistados o confundidos. Sólo los propios priistas.

En estos días, no "todos" están para juegos o charadas políticas. No lo están porque morir por andar en bicicleta o por defender los derechos humanos o por el solo hecho de ser mujer no puede mirarse con indiferencia. No, porque resulta inaceptable que la crítica legítima, la interprete como acoso la administración. No, porque ante la corrupción se sigue apelando al olvido y la tradición. No, porque se está jugando con las instituciones y la estabilidad en función de un capricho y un interés electoral.

El país no está para bromas y, entonces, es muy difícil conjeturar que "todos" disfrutan el ritual, donde el priismo tropieza y se levanta para caer de nuevo, poniendo en peligro el proceso electoral y la economía.

Pueden los priistas jugar "tapados", allá ellos. No "todos" están en eso.

El PRI, esa máquina electoral con la mira siempre puesta en el futuro ante la imposibilidad de justificar el pasado y explicar el presente, cascabelea. Trae la típica combustión rápida y violenta de la mezcla aire-combustible que le impide avanzar a la velocidad y en la dirección deseadas.

Aun así, la fuerza tricolor quiere realizar su mejor imposible. Prolongar el ejercicio del no poder del mandatario. Achicar la ventaja de Andrés Manuel López Obrador, al tiempo de derruir al Frente Ciudadano por México que le rompe su estrategia. Evitar que el tardío destape y su secuela golpeen a la economía. Asegurar la totalidad del voto duro del priismo, parte del panista y, además, del indeciso, a partir del perfil de su abanderado. Practicar "el dedazo" sin desperdiciar la "democrática" precampaña. Gastar un dineral en el concurso sin que se note mucho, tras renunciar a las prerrogativas.

Nomás que el aire -la atmósfera política, social y económica- y el combustible -la preferencia electoral- no le dan la mezcla requerida para salir y llegar reposicionado a las urnas. El PRI cascabelea.

En la restauración de la liturgia tricolor, los tapados-destapados y el destapador han echado mano de cuanto han podido para exhibirse, disminuir a sus adversarios internos y externos, y posicionarse... bajo dos premisas falsas: importa el programa no el nombre y nadie se encarta ni descarta porque las cartas son del Presidente.

Niegan usar como arena de su pleito a instituciones y políticas públicas o realizar actos anticipados de campaña, pero el Poder Legislativo sufre los efectos; el aparato de procuración de justicia, ni se diga; el peso vuela al ritmo de los desatinos de éste o de aquel lado del Río Bravo; y, ahora, está en duda si el cuerpo diplomático extranjero forma o no parte, sin querer, de la cargada involuntaria.

Si la reunión del 17 de octubre, encabezada por el presidente Peña Nieto para hablar de la reconstrucción después de los sismos, fue foro del mandatario para hablar de tapados y damnificados, por qué no van a usar como ariete lo que sea.

Los tropiezos en la liturgia derivan de tres cálculos mal hechos por la dirigencia tricolor, la de a de veras.

Uno. Inclinaron la cancha demasiado y, sin embargo, no pueden prescindir de los precandidatos de relleno sin lastimarlos. La reforma de estatutos y reglamentos, así como la convocatoria para designar candidato, cargan los dados a favor de un simpatizante y, sin embargo, éste no crece en las encuestas. Tanto hicieron a favor y tanto exhibieron a José Antonio Meade que éste comenzó a recibir besos anticipados de los panistas amaestrados, del dirigente de los burócratas, ahora del canciller y falta por ver a Margarita Zavala. Besos de embeleso, pero con tufo a azufre.

Dos. El "destape" exige esforzarse por derruir al Frente Ciudadano por México cuanto antes y, si no, conocer a su abanderado para determinar si el destapado-tapado tricolor, en verdad, tiene el perfil adecuado. Nominarlo antes es un albur, pero el hueco en el Banco de México es un agujero grande.

El tercero. La precampaña enreda la liturgia. El priismo no sabe si alargar la existencia de varios precandidatos antes de desecharlos o si lanzar un precandidato único, pero el criterio de la autoridad electoral es que la precampaña exige dos o más participantes. ¿Aceptarán los de relleno?

La liturgia se ha vuelto un mazacote.

Puede seguir el priismo profesando su liturgia y jugar "tapados", pero no a costa del país.

El socavón Gerardo Ruiz

El tren a Querétaro es una pesadilla en chino; el tren rápido a Toluca, un retraso; y el Paso Exprés de Cuernavaca, un paso lento. ¡Qué creativo secretario!

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Escrito en: RENÉ DELGADO liturgia, priismo, "todos", electoral

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