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A peso, el bote de tomates cosechados

El Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña contabilizó hasta el 24 de noviembre la salida de 5 mil jornaleros, con todo e hijos. En septiembre salieron mil 311; en octubre, 701, y este mes van mil 800; en total, 3 mil 812.

A peso, el bote de tomates cosechados

A peso, el bote de tomates cosechados

EL UNIVERSAL

En la Montaña de Guerrero migrar significa huir. Huir de la marginación y de la pobreza. Una forma es como jornalero. En los 19 municipios de la Montaña cada año salen al norte del país 10 mil personas en busca de un ingreso por seis meses. No salen de la pobreza, pero tienen algo de dinero.

El Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña contabilizó hasta el 24 de noviembre la salida de 5 mil jornaleros, con todo e hijos. En septiembre salieron mil 311; en octubre, 701, y este mes van mil 800; en total, 3 mil 812. Partieron en 79 camiones. Se le suman otros mil sin registro.

La temporada de migración comenzó en septiembre y terminará en enero.

Desde hace 11 años, el consejo se dedica a registrar a los jornaleros y a darles ayuda: comida caliente, un lugar donde dormir, dónde bañarse y algo de alimento para el camino. Ahí se concentran la mayoría de jornaleros, pero no todos. Algunos salen directo por órdenes de las empresas o por premura. Una gran cantidad sale de los municipios más pobres del país: Metlatonoc y Cochoapa el Grande: el Inegi dice que en estos lugares 75% de sus pobladores viven en pobreza extrema.

CON LA FAMILIA, A LA INCERTIDUMBRE

Arnulfo Francisco tiene 30 años, pero parece de 40: su rostro está demacrado, con arrugas y ojeras profundas. Está sentando en un rincón de la Unidad de Servicios Integrales (USI), la sede del consejo. Está con Julia, su esposa, y sus hijas Francisca, de ocho años, Maurilia, de seis, y Abrelia, de cuatro.

Arnulfo y su familia esperan a que salga un autobús que los lleve a Culiacán, Sinaloa, al corte de chile morrón, jitomate y pepino. La noche anterior llegaron a la USI de Cochoapa el Grande. Lucen sucios y con la ropa gastada. Están listos para partir: al pie tienen unos costales llenos de ropa, trastes y maíz.

Arnulfo y su esposa trabajarán de las siete de la mañana a la cuatro de la tarde, de lunes a sábado. Sus hijas irán a la escuela o se quedarán solas en su cuarto, aunque está la posibilidad de que también trabajen. Cada día ganarán 120 pesos. Arnulfo es jornalero desde hace 18 años, a los 12 salió por primera vez con sus padres y desde entonces no falla ningún año. Crecencio Flores Sánchez es coordinadores en el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña. Desde septiembre pasa todos los días en la USI esperando a que lleguen los jornaleros. Lleva el registro, pero está considerando dejar el consejo porque la Secretaría de Asuntos Indígenas del gobierno de Guerrero le debe cinco quincenas. Por la falta de pago, dice, se endeudó con 4 mil pesos.

Flores también es jornalero. No olvida lo que significa atravesar el país, de sur a norte, en 36 horas de camino, ir apretado, con los hijos sobre las piernas o incluso parados.

Explica que estas personas llegan a los campos sin ninguna certeza laboral, no firman contrato y las condiciones siempre son adversas. La estancia varía: algunos llegan a sembrar y les pueden pagar por día de 120 hasta 150 pesos. Cuando llega la hora de corte la forma de pago cambia. Les pagan por bote. Por ejemplo, por cada bote de jitomate les pagan un peso. Cada bote lo tienen que llenar con 40 jitomates. Los más hábiles logran recolectar 120 botes al día.

Ese dinero se puede quedar en el mismo campo. Los jornaleros en sus días de trabajo salen muy poco, así que tienen que comprar en las mismas tiendas que montan los dueños, aunque esté más caro.

-Entonces, si no les conviene, ¿por qué se van de jornaleros?

-Allá tiene trabajo, por lo menos tiene para ir al día; tienen la posibilidad de tener médico; en sus pueblos no tienen nada.

El consejo registra que 60% de los que migran son niños menores de 14 años. La mayoría salen a trabajar de jornaleros "enganchados" a través de engaños: les ofrecen buenos sueldos, estancias dignas y que sus hijos continuarán estudiando. Cuando llegan, no encuentran nada de eso.

NIÑOS, LOS MÁS AFECTADOS

La comunidad de Ayotzinapa está a una hora y 20 minutos de Tlapa. Está construida por jornaleros. Se despuebla cuando comienza la temporada del corte en el norte del país. En las casas en estos días se van quedando los adultos mayores y los niños.

Está la casa de Juana Domínguez, quien los siguientes meses los pasará acompañada de su nieta Juanita Ramírez, de siete años. Los papás se fueron a Guanajuato a trabajar de jornaleros. Alejandro Morales es médico en la USI. Explica que la migración está afectando más a los niños en dos formas. Una, como el caso de Juanita, quienes se quedan sin la atención suficiente, porque por lo regular se quedan con las abuelas que no cuentan con el dinero para darles de comer bien y atender sus necesidades de la escuela.

Y la otra, es el desarraigo. Muchos niños, dice Morales, no sienten la identidad de un indígena de la Montaña: se identifican como jornaleros, migrantes y nómadas.

"Los niños que se fueron hace 10 años son más desenvueltos. Cuando crecen no regresan, andan recorriendo el país y buscando un campo en el que trabajar. Regresan a sus pueblos sólo cuando un familiar está muy enfermo o murió o en las fiestas patronales".

Otro efecto está en la salud. Morales recuerda que muchos de los jornaleros con el paso de los años tienen problemas de diabetes.

"En los campos lo que más toman es Coca-Cola; las entierran donde inicia el surco y cuando regresan, lo primero que hacen es tomarle". La mayoría de los jornaleros tienen la espalda atrofiada. Los niños también sufren: "Se van flaquitos por no comer, luego los ves barrigones, allá se la pasan tomando refresco y comiendo Sabritas". En los niños hay efectos letales. En septiembre de 2013 al consultorio de Morales llegó una familia que tuvo que regresar de un campo de Zacatecas porque un camión atropelló a dos de sus hijos. El pequeño de dos años murió y al otro, de siete, se le quebró la columna vertebral.

ALERTAN POR LAS DESAPARICIONES MASIVAS DE LOS MIGRANTES

La Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas (Renacjja) ha documentado testimonios de condiciones precarias de trabajo, salud y vida hacia las personas migrantes jornaleras agrícolas desde hace tres años en la República. Los casos documentados están en los estados de Baja California Sur, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora y Zacatecas.

Dentro de las situaciones de inseguridad que enfrentan, de acuerdo con registros de la red, se tiene conocimiento de dos casos de desaparición masiva. "Uno de ellos es el de 200 personas originarias del municipio de Mazatlán Villa de Flores, Oaxaca, y desaparecidas en su camino a Sinaloa en 2004, y otro de los más recientes del año 2010 originarios del municipio de Xilitla, que desaparecieron en la zona limítrofe de Tamaulipas y San Luis Potosí".

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) hay 3 millones de personas en esta condición, que sumando a sus familias significan 12 millones de personas asociadas al trabajo asalariado en la agricultura. El Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas (PAJA) dice que hay más de 1 millón de jornaleros migrantes, que van de su lugar de origen a los campos agrícolas, desde su mano de obra contribuye a la agricultura de exportación.

En este contexto, la Renacjja emite las siguientes recomendaciones: elaborar un registro actualizado de las personas migrantes jornaleras agrícolas en México para rediseñar e implementar políticas públicas de atención integral, que este rediseño se realice en conjunto con varias ONG, academia y los protagonistas del problema para proteger y garantizar sus derechos y atención a quienes estén en mayor grado de vulnerabilidad por su género, edad, origen étnico o condición socioeconómica.

La red también plantea el establecimiento de Mesas intersecretariales con participación de los tres niveles de gobierno, que incluyan a la sociedad civil, en los estados de expulsión y destino para generar, junto a ellos, planes y acciones integrales con enfoque intercultural, de derechos humanos y laborales para asegurar condiciones de vida justas y acceso a la justicia.

El grupo solicita que se realicen las modificaciones necesarias a la Ley del Seguro Social, para que los jornaleros migrantes tengan acceso al derecho de Seguridad Social.

Escrito en: Montaña de Guerrero tienen, jornaleros, personas, salen

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