¿Dónde quedaron las marcas de los partidos?
A escasos 55 días de las elecciones más complicadas de la historia del país y con una cantidad considerable de cargos a ser votados, podemos asegurar que la mayoría de los ciudadanos llagarán al primero de julio con un alto grado de desánimo, provocado por múltiples factores como la decepción de los gobiernos; la ausencia de una clara oferta de las candidaturas, así como un desgaste excesivo de las marcas de los partidos políticos, tema que detallaremos en esta ocasión.
Las marcas empresariales y personales son la carta de presentación por excelencia. Son la cara de un producto, una empresa, un servicio, una persona y, por supuesto, de un partido político. En el caso de estos últimos, cabe añadir que son también el santo y seña de su ideología, de su espacio en el tablero político en un país y su forma de representar a la ciudadanía.
Sin duda, como en muchas circunstancias, dentro de los partidos políticos, una cosa es lo deseable y otra lo posible, pues los estrategas buscan que las marcas de sus partidos estén positivamente posicionados; sin embargo, en los últimos años, se ha evidenciado un notable distanciamiento entre políticos y sociedad y, más aún, un rechazo generalizado a los partidos políticos.
De acuerdo a las últimas cifras reportadas por INEGI, a través de la encuesta nacional de calidad e impacto gubernamental, ocho de cada diez mexicanos no confía en los partidos políticos. Ante este desprestigio, los consultores en imagen de los aspirantes presidenciales decidieron minimizar, en gran medida, logotipos de los partidos.
Alberto Aziz Nassif, profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), quien ha escrito libros y numerosos artículos de investigación sobre este tema, ha destacado que el sistema político mexicano atraviesa por la peor de las crisis en la historia, lo que provocó que durante este proceso, la mayoría de los candidatos hayan eliminado la marca partido de sus esquemas propagandísticos.
José Antonio Meade, candidato de la coalición Todos por México, suplió los logos de los partidos que representa por tres triángulos de color verde, azul turquesa y rojo, a los que se les ha llamado: los "doritos" de Meade. En su campaña, han evitado la combinación tricolor, aunque, en ocasiones, todavía sobresalen las camisas rojas, en eventos masivos, que generan cierta aberración.
Las estrategias de campañas están personalizadas, apostando al voto por candidato y no al del partido, como también sucede en la imagen gráfica de Ricardo Anaya, candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, que la integra su apellido "ANAYA -Presidente" y, muy pequeño, los logos de los partidos que lo impulsan.
En tanto, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador, destaca tanto en sus promocionales y diseños gráficos la marca Morena, la esperanza de México, muy seguro, según explican especialistas, es la primera campaña presidencial en la que participa este partido político.
En específico, aquí en el estado de Durango, existe la percepción que los candidatos a senadores y diputados federales, también han excluido las marcas de sus partidos, incluso, hasta la imagen de los candidatos presidenciales, Meade y Anaya, caso contrario de cómo se desarrolló hace seis años con Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota. Esperaremos qué ocurre con los candidatos a diputaciones locales, cuyos pronósticos pintan casi igual que los federales.
Dentro de la imagen, la marca es reputación y se alimenta de emociones, y los principales protagonistas de generarlas y provocarlas en los ciudadanos, son los candidatos, respaldados por sus partidos políticos, de ahí la importancia de crear un anclaje emocional entre los aspirantes y las agendas de los partidos, lo cual a la fecha no ha sido nada efectivo, dándose distancias muy marcadas y rupturas qua ya se visualizan en estos días.
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