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Alfie Evans: límites de la vida y la Medicina

ARNOLDO KRAUS

ARNOLDO KRAUS

Morir nunca (creo) ha sido fácil. Escribí creo entre paréntesis: ignoro como se confrontaba y vivía la muerte hace tres o cuatro milenios. Quizás, infiero, por miradas contemporáneas como la de los monjes tibetanos, quienes entienden bien el inicio y el fin de la vida, que fallecer milenios atrás era más sencillo. Ver a un hijo morir, y ser partícipe de ese proceso, siempre, (creo) ha sido muy doloroso. De nuevo creo entre paréntesis: quizás en tiempos remotos las muertes de menores se aceptaban mejor debido a creencias en divinidades, o bien, como "sacrificios". En la actualidad algunos padres comprenden y le dan la bienvenida a la muerte cuando los hijos nacen con malformaciones incompatibles con la vida.

La Medicina y los médicos tienen límites. La vida, la justicia y los deseos de los padres también. Cuando se publicita "un caso" médico complejo, las voces de los mass media y de grupos activistas, sobre todo provida, añaden enredos. Si bien es cierto que la sociedad se mueve más rápido que los políticos, como lo demuestra la despenalización en algunos países del aborto y la legalización de la eutanasia, en ocasiones las opiniones externas complican el entramado. Tal es el caso de Alfie Evans, similar fue el de Charlie Gard.

Alfie nació en mayo de 2016, hijo de Tom Evans y Katie James, residentes de Bootle. Siete meses después, tras sufrir convulsiones, fue internado en el hospital infantil Alder Hey. Al pequeño le diagnosticaron una enfermedad neurológica degenerativa; nunca se definió el nombre de la patología. Alfie pervivió en estado semivegetativo diecisiete meses; nunca se recuperó. Para mantenerlo con vida fue necesario utilizar un sinnúmero de recursos humanos y tecnológicos. Alfie murió la semana pasada.

Poco tiempo después de las primeras convulsiones surgieron, y continuaron hasta su muerte, controversias que confrontaron a padres, a jueces y al personal médico. La opinión pública, y activistas provida ahondaron las controversias. Las redes construyeron el Ejército de Alfie: 900 mil seguidores en redes sociales, algunos de los cuales se reunían afuera del hospital con el fin de apoyar a los padres e intimidar, de acuerdo a la prensa, al personal médico.

A su vez, los activistas próvida, ofrecieron ayudar a Alfie; la oferta fue bienvenida: los padres sustituyeron a sus abogados por el Centro Legal Cristiano, organización que defiende a "individuos e iglesias que han sufrido discriminación y desafíos por su deseo de vivir y trabajar de acuerdo a las creencias bíblicas". Uno de los miembros del CLC tuvo la osadía de sugerirle a los padres que denunciasen a los doctores por asesinato.

Los diferendos entre médicos y progenitores se ahondaron en diciembre de 2017. Hasta entonces, Alfie recibió apoyo incondicional, tanto del hospital como de los galenos. Ante el deterioro del pequeño, el hospital informó, tras someterlo a pruebas médicas, que "el tejido cerebral mostraba una degradación catastrófica", por lo que "continuar con el tratamiento sería inútil, cruel e inhumano". En febrero de 2018, el juez dictaminó que los médicos tenían el derecho de suspender las terapias. Los padres no aceptaron la decisión. Dos semanas después el tribunal de apelación confirmó la sentencia. Los padres acudieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos en busca de ayuda, la cual fue denegada, ya que se consideró que no se vulneraban los derechos humanos. La espiral continuó: el padre viajó al Vaticano en busca de ayuda, el gobierno italiano le concedió a Alfie la nacionalidad y la posibilidad de recibir tratamiento en un hospital en Roma. Los jueces ingleses cerraron esa posibilidad: Alfie era británico y estaba bajo la jurisdicción de la justicia de su país.

Resumo. Desde junio de 2017 los médicos consideraron que las posibilidades de recuperación eran nulas; sugirieron retirar el soporte vital. Los padres estimaron que había otras opciones terapéuticas para salvar al niño. Unos y otros deseaban evitar sufrimientos innecesarios. Los primeros se apoyaron en la ciencia médica. Los segundos en el amor. Grupos provida y opiniones sin sustento complicaron la situación.

Regreso al título, Alfie Evans: Los límites de la vida y la medicina. Pregunto: ¿tenían razón los médicos y la justicia británica? ¿Tenían razón los padres amorosos de Alfie? ¿Tienen derecho grupos provida y afines de intervenir en casos como el descrito? ¿Tienen los doctores el derecho de no continuar tratamientos que consideran fútiles?

Escrito en: ARNOLDO KRAUS padres, Alfie, hospital, médicos

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