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Día del Padre: ¿falta equidad?

PADRES E HIJOS

Día del Padre: ¿falta equidad?

Día del Padre: ¿falta equidad?

IGNACIO ESPINOZA GODOY

En una de las tantas definiciones que existen en la actualidad, encontré que la equidad de género es "la imparcialidad en el trato que reciben mujeres y hombres de acuerdo con sus necesidades respectivas, ya sea con un trato igualitario o con uno diferenciado pero que se considera equivalente en lo que se refiere a los derechos, los beneficios, las obligaciones y las posibilidades. En el ámbito del desarrollo, un objetivo de equidad de género a menudo requiere incorporar medidas encaminadas a compensar las desventajas históricas y sociales que arrastran las mujeres".

Lo anterior viene a colación a propósito del Día del Padre, que tradicionalmente se celebra el tercer domingo del mes de junio, una fecha que no se festeja con el bullicio y el ruido que genera el Día de la Madre, lo que se entiende por el enorme valor que tiene este hermoso e incomparable ser humano y que se ha ganado a pulso a través de la historia.

Sin embargo, sin el ánimo de cuestionar ni polemizar por la importancia que tienen las progenitoras, creo que a los padres -como se dice coloquialmente- la revolución no nos ha hecho justicia, ya que mientras a la madre se le organizan festivales y un sinfín de eventos, a los padres sólo se nos felicita en el hogar, de tal manera que la celebración no trasciende de este ámbito.

Por ejemplo, a las madres se les invita a festivales escolares en los que se les reconoce su valor no sólo dentro del hogar, sino en general en la sociedad, por las incuestionables e importantes aportaciones que han hecho en todos los ámbitos y que han contribuido a que el desarrollo de este país haya alcanzado un nivel destacado, a pesar de que muchos varones les han tratado de impedir sus avances en los diferentes aspectos.

Valdría la pena aclarar que, en lo personal, no estoy en desacuerdo por todas las celebraciones que se organizan en favor de las madres, porque además se lo merecen debido a que se trata de seres humanos extraordinarios que se esfuerzan todos los días por sus familias sin esperar a cambio un reconocimiento o un homenaje, pues cada acción positiva nace del corazón ya que sólo les guía el noble propósito de velar por el bienestar de los suyos, empezando por los hijos, siguiendo por su pareja y al final por sí mismas, lo que no les importa cuando se busca darles lo mejor.

Es más, tal como lo comenté en una de las más recientes colaboraciones en esta columna, me declaro feminista, en el sentido de que las mujeres -y particularmente las madres de familia- deben tener acceso a las mismas oportunidades laborales y de todo tipo a las que se les conceden a los hombres, ya que no se puede concebir un mundo y una sociedad donde los varones -al menos un sector minoritario, quiero pensar- se quieren sentir por encima de las mujeres, cuando no existe un argumento válido para que prevalezca el dominio de un género sobre el otro.

No obstante, insisto, creo que, tal como a las mujeres debemos reconocerles y otorgarles los mismos derechos y obligaciones que a los hombres, también ya sería tiempo de que los varones también fuéramos reconocidos en la misma dimensión que se hace cuando se trata de celebrar y homenajear la figura materna, que merece -recalco una vez más- cada festejo que se organiza en su honor ya que son la piedra angular de la sociedad y sin cuya presencia este mundo no existiría y no funcionaría tal como lo conocemos, no obstante los obstáculos que todavía a estas alturas les ponen en el camino algunos varones de mente retrógrada.

Por supuesto que no es fácil avanzar en el reconocimiento de la equidad de los derechos y obligaciones que tenemos hombres y mujeres en la sociedad que nos tocó vivir, sobre todo cuando existe la resistencia de un sector de la población, y no sólo de varones, sino también de algunas féminas que prefieren vivir sometidas a las decisiones de sus parejas, en una relación incomprensible cuando la tendencia actual es a superar esos esquemas que tanto daño le hicieron al mundo en general; no obstante, la generación actual de jóvenes y adultos tendría que hacer algo al respecto.

No se trata -subrayo- de competir contra las mujeres cuando planteo la necesidad de que los hombres recibamos el mismo trato que se les da a las madres en lo que se refiere a homenajes, festejos y celebraciones, sino en reflexionar en el hecho de que los varones que tenemos el privilegio de ser padres también debemos ser reconocidos en el papel no sólo de proveedores, sino en el rol que desempeñamos en otros aspectos como el educativo y en la trasmisión de valores morales.

Algunos padres de familia -no quiero decir que muchos, para no cometer un error de apreciación- buscamos, más que confeti y festejos, que la aportación que realizamos cotidianamente sea valorada en su justa dimensión por la sociedad en general, pues finalmente el objetivo que perseguimos es contribuir, junto con nuestra pareja, a ofrecer un mejor nivel de bienestar a los hijos, en todos los aspectos.

Escrito en: Padres e hijos mujeres, varones, sino, sociedad

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