Juan Cabrera, el músico de Jalisco que Durango adoptó

Dentro de la gran variedad de músicos y grupos que recorren las calles del Centro Histórico de Durango, se encuentra Juan Cabrera Bravo, nacido en Jalisco, pero que fue adoptado por esta ciudad desde hace 30 años. Una duranguense lo trajo aquí, y juntos formaron una familia con tres hijos y aquí se quedó.

Fue hace poco más de 20 años que se dedica exclusivamente a la música, porque antes incursionó en diversos empleos: trabajó en un banco, luego en la venta de seguros, enciclopedias y otros productos, hasta que decidió tomar el camino de la música.

“Trabajé en una institución bancaria en Guadalajara, y luego descubrí que no era bueno para ser empleado ni para trabajar. Entonces anduve vendiendo cualquier cosa. (...) He hecho cosas no muy buenas, otras no muy peores. Me fui a la vagancia y descubrí que podía sustentarme con la guitarra y cantando. Desde entonces, no he dejado de cantar”, platica Juan.

“Nací en Tepatitlán, un pueblo que reposa sobre una ladera de piedra dura, en la región de Los Altos de Jalisco”, recita.

Juan, de 77 años, nació en Tepatitlán de Morelos, Jalisco, y conoció a la madre de sus hijos, una duranguense en Guadalajara.

“Nos conocimos y nos fuimos a vivir juntos. A veces la pasamos bien, a veces mejor, pero nunca estuvo peor. Criamos tres hijos, pero al final decidimos que ya no queríamos seguir juntos, y nos separamos. Ahora estoy disponible”.

Dice que Durango es una ciudad de destino, no de paso. Le gusta vivir aquí, y por eso se quedó. También saluda a la gente que se cruza en su camino, aunque no siempre le respondan.

ACERCAMIENTO A LA MÚSICA

Recuerda haber tenido relación con la música desde niño, ya que su padre tenía su guitarra y su violín, y junto con sus amigos organizaban bailes y fiestas en su casa.

“Hacían sus chararitas ahí, sus bailecitos, porque entonces no había otra cosa para hacer una fiestecita. Entonces decían: háblale a fulano o a don Zutano”.

“Yo pienso que tenía unos 11 años cuando mi padre estaba por ahí con su guitarra, y al pasar me habló. Me dijo: ‘Mijo, venga. Mire, esta es una guitarra’, me la enseñó, me la presentó. ‘Mire, esta es la primera de sol, esta es la segunda de sol y esta es la tercera de sol, y así es como se acompaña’, y se arrancó cantando ‘De piedra ha de ser la cama, de piedra...’. Después me dijo: ‘¿Entendió?’, y yo: ‘Sí, apá’. Me dio su guitarra y me dijo: ‘Sígale por su cuenta’”.

Tiene gusto por las canciones que él llama atemporales, como las de Javier Solís, María Grever, Pedro Infante, Jorge Negrete, Juan Gabriel, Joan Sebastian, Martín Urieta, entre otros. Toca boleros, baladas y huapangos.

“Las canciones que yo canto son las antiguas, las viejitas. Yo canto para los viejitos y para los jóvenes que tienen abuelitos. En realidad, lo único que hago para subsistir es cantar”.

Sobre los nuevos géneros y estilos musicales, acepta que no es un experto, pero tiene claro lo que le gusta y lo que no.

“Mucha de la nueva música es puro punchis punchis, puro golpeteo. Yo pienso que mucha de la música actual no es música, es ruido. No quiero decir que toda la nueva música sea mala, pero sí hay mucha música muy basura”.