Kenopsia: arte emocional desde Durango en tres piezas sobre cuerpo y vulnerabilidad
Limitantes marcó el inicio del ciclo audiovisual de Kenopsia, una propuesta multidisciplinaria que enlaza artes visuales, literatura, performance y conversación pública en Durango. Su presentación, realizada junto a Traag Bazar, reunió a público, actores y equipo creativo en una experiencia inmersiva donde la conversación fue tan importante como la proyección misma, todo a través del ojo artístico de Jordi Ricartti, quien ideó el proyecto como un “espacio donde el arte funcione como diálogo y no como discurso”.
Este primer bloque explora el costado psicológico y emocional de Kenopsia, partiendo de un libro que desarrolla el concepto desde lo literario y lo visual, y se sostiene sobre un eje íntimo, siendo esta la dificultad de reconocer y nombrar las emociones. Tras la proyección, el conversatorio permitió compartir el tránsito del modelaje a la actuación y el proceso catártico que implicó: “caótico, sí, pero profundamente sanador”, explicó Ricartti, agregando que se trató de una experiencia que permitió reconocer cómo los individuos son limitados a sentir, hablar o compartir lo que les duele.
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El punto y a parte de las relaciones humanas
Limitantes aborda precisamente eso, los límites internos que impiden experimentar plenamente las vivencias y relaciones. Ricartti lo concibe como una reflexión sobre el silencio emocional, sobre lo que reprimen los seres humanos por miedo o costumbre: “Nos permitió entender cómo nos limitamos a vivir”, comentó, subrayando que el arte puede ser una vía para desarmar esas resistencias invisibles.
El siguiente proyecto del ciclo lleva por título Gula y se encuentra actualmente en producción. Abordará los trastornos alimenticios desde una perspectiva performática que busca cuestionar su estigmatización. “Una cosa es vivirlos sin saber qué ocurre, y otra es identificarlos y nombrarlos”, explicó Ricartti. Gula parte del peso simbólico del pecado, pero lo resignifica desde experiencias que cualquiera podría atravesar, abriendo espacio a la empatía y a la conversación, entendiendo que el cuerpo también puede ser un territorio de reconciliación.
El próximo paso en esta muestra artística
El tercer proyecto, ya con fecha de producción confirmada, se titula Ya no queda nada y abordará la depresión desde una perspectiva no catártica. Ricartti lo describe como una pieza que retrata la simultaneidad de vivir con la depresión sin necesidad de un cierre definitivo: “Habla de una catarsis momentánea, de cómo esta situación puede desencadenar muchas otras, y cómo se vive en distintas etapas, relaciones y lenguajes”, explicó, puntualizando que este capítulo propone una sed de alivio, una intuición de que, en algún momento, todo estará bien.
Las tres piezas. Limitantes, Gula y Ya no queda nada, comparten una raíz, la búsqueda de sanar desde lo emocional. Kenopsia se construye como un cuerpo simbólico que une la vulnerabilidad y la creación, proponiendo el arte como un lenguaje capaz de nombrar lo que no siempre se puede decir: “El cuerpo se convierte en archivo y la emoción en documento emocional”, concluyó Ricartti para El Siglo de Durango.
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