
Pérdidas millonarias: a un año del conflicto en Sinaloa, crisis golpea a Durango
El 9 de septiembre de 2024 marcó el inicio de una nueva crisis en Sinaloa: el choque entre Los Chapitos y La Mayiza desató una ola de violencia que se extendió con bloqueos carreteros, enfrentamientos y un clima de incertidumbre que pronto se extendió a diversos municipios del estado.
A lo largo de un año, los efectos de este conflicto se extendieron a Durango, un estado que comparte rutas, turistas e inversiones con su vecino del Pacífico. El saldo es contundente: pérdidas millonarias en turismo, comercio y proyectos que quedaron en pausa.
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Turismo en números rojos
El turismo fue uno de los sectores más golpeados. Hasta antes de la crisis, los sinaloenses representaban cerca del 20% de los visitantes en Durango, pero esa proporción cayó drásticamente hasta un 7% en los periodos vacacionales recientes.
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Las consecuencias se notaron de inmediato: se cancelaron cuatro de cada diez reservaciones en centros ecoturísticos, la ocupación hotelera en la capital bajó 20% y los hoteleros estiman pérdidas por más de 250 millones de pesos, tan solo en este rubro.
En la sierra, donde las cabañas suelen mantener buenos números, la expectativa de marzo apenas alcanzó un 50%, y el repunte del 60% en verano no logró compensar los meses más críticos de 2024.
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Comercio bajo presión
El comercio y las inversiones también cargan con un peso enorme. Estimaciones empresariales apuntan que las pérdidas acumuladas por cierres anticipados, cancelación de rutas y freno a nuevos proyectos ascendieron a 30 mil millones de pesos en apenas seis meses.
A esto se suma un incremento del 15% en los costos de transporte por bloqueos y seguros más caros, además de al menos diez proyectos de inversión en hotelería y gastronomía que quedaron en el limbo en el corredor Durango–Mazatlán.
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Seguridad: bloqueos y asaltos que desangraron la ruta
La raíz de estas pérdidas está en la inseguridad. La supercarretera Durango–Mazatlán fue escenario recurrente de bloqueos, incendios de vehículos y asaltos a transportistas. Organismos empresariales reportaron que durante los primeros meses del conflicto hubo más de 30 incidentes graves en la vía, con pérdidas materiales y riesgos para conductores.
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Las aseguradoras calculan que el sector del transporte de carga perdió al menos 500 millones de pesos en mercancía robada o dañada, además de los gastos extra por desvíos y paros obligados. Cada retén ilegal significaba horas varados, productos perecederos echados a perder y clientes cancelando pedidos.
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Historias de un golpe silencioso
Los testimonios de comerciantes reflejan la magnitud del golpe. En Sinaloa, muchos hablan de una “economía de guerra”: menos clientes en las calles, negocios cerrando temprano y una caída de ventas superior al 60% durante los meses más violentos.
En Durango, hoteleros y restauranteros reconocen que la ausencia de visitantes sinaloenses marcó la peor temporada en una década, incluso en eventos como la Feria Nacional.
A un año de distancia, las cifras no dejan lugar a dudas. Miles de millones de pesos perdidos, turismo desplomado, proyectos frenados y un clima de incertidumbre que aún pesa en la región.
Durango no fue escenario directo de los hechos, pero sí una víctima colateral de un conflicto que desbordó fronteras y dejó cicatrices profundas en la economía local.